Tomás de Aquino nació en el 1.225 d.C, diez años después de firmarse la Carta Magna, en el castillo de Roccasecca, Italia. Perteneciente a una importante familia noble, era primo del rey de "la nueva Babilonia", Federico II o "El Anticristo". Fue responsable de infiltrar mediante numerosos trabajos las doctrinas aristotélicas en el seno de la Iglesia Católica. No fue hasta llegado el siglo XIX, cuando la muerte de Dios estaba próxima, y más recientemente tras la celebración del Concilio Vaticano II, (momento en el que la Iglesia Católica proclamó su intención de participar en la creación de un Nuevo Orden Mundial), que se comenzó a tener en consideración a este santo, pilar fundamental de la teología cristiana. Hasta entonces las enseñanzas de Aristóteles (pagano), el tutor de Alejandro Magno, habían sido condenadas; en la era de la mundialización, en cambio, Tomás de Aquino es mostrado acertadamente como el máximo exponente de la "filosofía cristiana", confundiendo de forma intencionada los términos filosofía y religión.
Tomás de Aquino es el mayor representante de la escolástica. Defendió el uso de la razón para demostrar la existencia de Dios, legitimando así el debate sobre su existencia y a aquellos que la ponían en duda. La razón es dada por Dios para que pensemos, argumenta. No es lógico por lo tanto que nuestra razón pueda llevarnos a conclusiones falsas si pensamos bien. Las conclusiones aparentemente verdaderas obtenidas mediante la razón, si no coinciden con las de la fe, son falsas, pues fe y razón deben estar en perfecta concordancia. Si no lo están, entonces es que no estamos razonando correctamente sobre un tema. Propone seguidamente cinco argumentaciones fácilmente refutables para demostrar la existencia de Dios, las llamadas Cinco Vías:
Primera vía, argumento del primer motor inmóvil: corresponde al concepto aristotélico de Dios como Primer Motor. Todo se mueve. Todo lo que se mueve ha de ser movido por algo. Si una cosa que mueve es movida, ha de ser movida por otra cosa, y ésta por otra, y así sucesivamente. Pero debe haber finalmente algo que mueva y no sea movido, que es Dios.
Segunda vía, argumento de las causas eficientes: todo tiene una causa que le precede, pero necesariamente ha de haber una causa sin causa, una causa incausada, que es Dios.
Tercera vía, argumento de la contingencia: Las cosas pueden existir o no. Si las cosas pueden no existir, significa que no existen siempre, y que existen a partir de otras cosas existentes. Si todo puede no existir, tuvo que haber algún momento en que nada existió. Pero si esto fuera así, nada podría existir ahora porque todo existe a partir de cosas existentes. Esta cosa que dio origen a todo, y que por lo tanto existe pero no puede no existir, es Dios.
Cuarta vía, argumento de los grados de perfección: respecto a la bondad y la maldad hay grados. Las cosas más buenas, que
son más perfectas, deben ser causa de las cosas menos buenas. Por lo tanto debe haber algo que es causa de todas las cosas buenas, de la bondad y de la verdad, que es perfecta y que ha de ser Dios, el ser máximo.
Quinta vía, argumento teleológico: las cosas que no tienen conocimiento pero que tienen un fin, han de ser dirigidas a dicho fin por alguien con conocimiento, que es Dios.