En Cómo construir un humano tratamos el gran problema bioético que se nos presenta en el transcurso de la investigación con células madre. Las células madre son células con una gran capacidad proliferativa y regenerativa que pueden dar lugar a muchos tejidos y tipos de células diferentes como las de la sangre, las neuronas, células de la piel.... Hasta ahora estas células madre se podían extraer de embriones humanos o del cordón umbilical. El problema es que la gran mayoría no hemos tenido la oportunidad de conservar células de nuestro cordón umbilical y que muchos consideran que trabajar con embriones no es ético porque se trata de vidas humanas. Esto ha representado un enorme obstáculo para el avance de las investigaciones. Pero desde hace unos años nació una alternativa que permite rodear este obstáculo. Se trata de las células madre pluripotentes inducidas (iPS). Las células iPS son células madre obtenidas a partir de células diferenciadas inducidas a un estado pluripotencial (que pueden dar lugar a diferentes tipos de células) mediante el método de la reprogramación celular. Hoy en día sabemos que hay unas proteínas que son factores de transcripción que intervienen en la expresión de unos genes determinados que son los encargados de inducir y mantener el estado pluripotencial. Así que lo que se hace con la reprogramación celular es insertar los genes que codifican para estos factores de transcripción en el ADN de las células que queremos convertir en iPS. Una vez obtenidas unas cuantas células iPS se puede generar un montón de tejidos diferentes. Y la cosa no se acaba aquí, aún llega más lejos. No solo se ha conseguido inducir células diferenciadas a células madre iPS sino que ya se han conseguido transformar tipos celulares determinados directamente en otros tipos celulares, sin necesidad de inducir a las células a un estado pluripotencial. Por ejemplo se ha conseguido transformar fibroblastos de la piel directamente en neuronas.
Pero a pesar de lo maravilloso que suena esto, el asunto actualmente no es tan bonito y aún hay muchos problemas por solucionar. El más grave de ellos es el del cáncer. Para insertar los genes deseados en las células que queremos transformar mediante ingeniería genética (muchos de los cuales son protooncogenes) se utilizan vectores retrovíricos. Eso significa que se inserta ADN viral en las células del paciente que pueden acabar convertiéndose en células tumorales. De hecho algunos tratamientos experimentales han terminado en tragedia con la muerte del paciente. Además hay otras complicaciones ya que se trata de procesos muy complejos. Los investigadores que trabajan en el tema consideran que de aquí unos tres años estas técnicas ya estarán listas para ser utilizadas en el ámbito clínico. Quizás sean demasiado optimistas, pero la cuestión es que tarde o temprano se acabarán normalizando.