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martes, 12 de agosto de 2014

La Guerra de Continentes

Teoría del Rimland, de John Spykman, en la que se sustenta la actual política de contención estadounidense.
Leyendo "El Gran Tablero de Ajedrez" de Zbigniew Brzezinski uno podía prever el conflicto de Ucrania hace diecisiete años. Siguiendo a Alexander Duguin, hace prácticamente diez años, uno ya podía estar convencido de que este choque iba a tener lugar. En 2009 Duguin afirmó que las elecciones nacionales de 2010 iban a ser las últimas en producirse en el seno de una Ucrania unida y que la Guerra Civil estaba próxima; exactamente así ha sucedido. Por aquel entonces estaba en marcha el conflicto de Georgia, durante el cual el geoestratega instó a la anexión de Crimea a Rusia. Estamos en 2014 y Crimea ha sido anexada. Parece ser que ambos analistas, Brzezinski y Duguin, son los artífices de la política exterior de sus respectivos Imperios. Brzezinski está detrás de Obama, Duguin está detrás de Putin. Según afirma Dugin en la entrevista que hay a continuación (minuto 25:18), en 2005 los dos sostuvieron una charla en Washington. Quién iba a saber mejor que Duguin,  pues, que la guerra civil era inevitable.

Emblema del Movimiento Euroasiático Internacional.
Alexander Duguin es el líder y fundador del Movimiento Euroasiático Internacional e ideólogo de la La Cuarta Teoría Política en la que se sustenta. Este movimiento pretende hacer emerger, tal y como se dice entre los miembros del Izborsky Club, "El Quinto Imperio". Putin está trabajando en el resurgimiento de un nuevo Imperio Ruso en el que se verán mezclados el patriotismo, la tradición y la ortodoxia de la época zarista con la tecnología actual (es curioso que la propaganda occidental no haya hecho mención de este hecho que pondría en evidencia a todos los activistas de izquierda -tanto defensores de la democracia como comunistas- pro-Putin. ¿Prefiere no dar siquiera al eurasianismo la oportunidad de expandirse?). Este Imperio, oficialmente, pretende abarcar (mediante la doctrina del "exterior cercano") todos los territorios que pertenecen históricamente a Rusia, lo que supone una extensión similar a la de la URSS. La Unión Euroasiática, que entrará en vigor en 2015, constituye el embrión.

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Duguin a la derecha, cruzado de brazos, junto a a otros miembros del MEI.
En el marco de una guerra entre el Agua y la Tierra, la victoria de uno u otro depende del control de Eurasia, y el control sobre Eurasia depende, según la perspectiva de Mackinder, del dominio de su corazón; el Heartland europeo, el agujero negro capaz de succionar al este y el oeste y cuyo punto cardinal está conformado por... Ucrania. De Ucrania depende nada más y nada menos que la conquista del mundo.

En este contexto, la OTAN lleva a cabo una expansión hacia el este acompañada de la formación de un bloque Trans-Atlántico constituido por los Estados Unidos y los eventuales Estados Unidos de Europa ("La cabeza de puente democrática"). La instauración de este bloque se va a ver accelerada por las crecientes tensiones con Rusia entorno a Ucrania y por el actual ascenso al poder en la Comisión Europea de un espía de América, Jean-Claude Junker, quien probablemente ayudará a que se concreten los procesos de independencia -como el catalán, el escocés o el vasco-, promovidos por Alemania y Estados Unidos a lo largo de todo el viejo continente.
Dentro de este mismo plan, de forma inherente a la confección de un vasto tratado de libre comercio entre Norteamérica y Europa, se concibe el traspaso de capitales desde los estados europeos hacia EE.UU en detrimento de las poblaciones del oeste de Eurasia. Un modo de conseguirlo: la crisis del euro, el corralito de Chipre (que puede servir como antecedente para otros países).
El objetivo a largo plazo es arrastrar a Rusia hacia su esfera de influencia, democratizarla y europeizarla; y la manera de lograrlo es incorporando a Ucrania a la OTAN y la UE. En última instancia acabarían integrando a Rusia, China, India, Japón y a todo el megacontinente bajo el paraguas de un Sistema de Seguridad Trans-Euroasiático (TESS), preludio inmediato de la formación de "Un Nuevo Orden Mundial" gobernado por los anglosajones.

Rusia, por su lado, hace exactamente lo mismo; su meta es construir para 2030 la llamada "Gran Europa" - con Portugal al este, Islandia y Noruega al norte, Turquía al sur y Rusia Oriental al oeste-, empezando por el establecimiento de su propia Unión Europea, la Unión Euroasiática, que abarca Rusia, Bielorrusia y Kazajistán (Nursultán Nazarbayev, presidente de Kazajistán desde el colapso de la URSS hasta la actualidad, fue el primer impulsor de la UEA).
Construir el Imperio Euroasiático, pero, requiere de una Ucrania rusa que permita al Estado-civilización eslavo ser europeo y asiático a la vez. Sin ella acabaría confinado a Asia, inmerso en todo tipo de desgastadores conflictos con sus vecinos auspiciados por el enemigo. Su objetivo, por lo tanto, es expulsar a Norteamérica de Eurasia y para ello clama a la unión de las demás naciones del mundo bajo las consignas de "Un Nuevo Orden Internacional" y "Un Mundo Multipolar", con el fin de hacer frente al atlantismo.
A este mismo fin van destinados los proyectos Nord y South Stream impulsados desde Gazprom, que durante años han tenido que rivalizar con la versión estadounidense, ahora fracasada, Proyecto Nabucco. Nord y South Stream aumentarán significativamente la dependencia europea del gas ruso, produciendo un inevitable acercamiento de los países de la UE, especialmente Alemania, hacia la órbita del estado euroasiático. Para América, como ya estamos viendo, es de vital importancia sabotearlos.

En pocas palabras, ambos pretenden conquistar la Isla del Mundo: Rusia echando a los EE.UU del tablero, EE.UU destruyendo la civilización rusa e imponiendo la suya, que promulga como universal.
Los signos de esta guerra los vemos en todas las partes del globo: la agresión contra Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Libia y Siria, el proyecto de Oriente Medio Ampliado -con la consecuente partición de Iraq en tres estados (la creación del Estado Islámico está pensada para acrecentar el sentimiento nacionalista islámico en contra de Rusia y China, tal y como advierte Brzezinski en su libro "El Gran Tablero de Ajedrez) y un posible futuro análogo para Arabia Saudita-, la lucha por los recursos de Asia Central y África, el plan desestabilizador en Venezuela y Brasil, el ataque económico a Argentina, las crecientes tensiones por las disputas entorno a las islas del Mar Meridional y Oriental de China, las recientes masacres en Xinjiang, los históricos acuerdos entre Rusia y China, el avance inexorable del BRICS...
Las consecuencias de esta épica batalla y de las políticas particulares de cada bando, no obstante, resultan ser curiosamente siempre las mismas: "el surgimiento de una cooperación institucionalizada verdaderamente internacional", que diluye el concepto de Estado-Nación y hace a unas regiones del mundo cada vez más dependientes de otras, de modo tal que solo una estructura supranacional, a ser posible mundial, pueda administrarlas.

Respecto a Ucrania, tanto Brzezinski como Duguin concuerdan en que a Putin ya no le queda otra opción que intervenir:
Según la perspectiva de Duguin, Rusia ya ha probado sin éxito todas las vías pacíficas posibles para resolver el conflicto. Para detener el genocidio es necesario, según opina, defender Nueva Rusia mediante el envío de ayuda humanitaria, el despliegue en el territorio de unas "fuerzas de la paz" y la imposición de una zona de exclusión aérea (propuesta compartida por el comunista pro-eurasianista Gyennady Zyuganov). En otras palabras, invadir Ucrania. Por que si ante la ventaja militar de Ucrania en Nueva Rusia a los ultranacionalistas se les ocurriera agredir a Crimea, puesto que ahora es rusa, habría que declarar la guerra. Y precisamente este plan, recuperar Crimea, es el que está en mente del presidente Poroshenko.

From left: Peter Sutherland, Sadako Ogata, Zbigniew Brzezinski, Paul Volcker, David Rockefeller.
(25th Anniversary, New York, Dec. 1, 1998. Source: Trilateral Commission).
Según la visión de Brzezinski Putin solo puede escoger entre tres jugadas: 1) Desistir y aceptar a Ucrania como parte de Europa Central, es decir, rendirse y dar el visto bueno al sistema trans-euroasiático americano. 2) Continuar apoyando a las milicias separatistas pro-rusas, lo que implicaría la aplicación por parte de Occidente de nuevas sanciones verdaderamente dolorosas para Rusia, resultando perjudicados tanto el pueblo ucraniano como el ruso. 3) Invadir Ucrania. Ello provocaría, además de su aislamiento del mundo, una férrea resistencia de la nación, apoyada por los miembros de la OTAN para  que la guerra resulte lo más costosa posible al agresor.

Observando los acontecimientos sucedidos en el país desde la gestación del conflicto hasta ahora, podemos ver que ha sido diseñado para desgastar a Rusia, para ser duro y prolongado, y que por lo tanto el objetivo de Brzezisnski es conducir a Putin hacia la opción militar. Por eso todas las vías alternativas para solucionar el problema, tal y como relata Duguin, han resultado infructuosas. Por eso en Ucrania el nacionalismo alentado por la OTAN es de cariz anti-ruso y los miembros del gobierno simpatizantes nazis. Por eso las provocaciones hechas por los dirigentes de Ucrania son constantes y su modo de actuar -la masacre de Odesalos "campos de filtración"...- da continuos motivos a Rusia para que de un paso al frente; pues es todo premeditado y, sin importar el bienestar de sus habitantes, empujan al país a convertirse en un nuevo Afganistán. El destino de sus gentes está servido.

Si los acontecimientos suceden tal y como dictaminan estos dos analistas podremos estar mucho más seguros de que, en efecto, son ellos los que se encargan de dirigir los movimientos de sus respectivas potencias (Sería conveniente, entonces, encontrar a su homólogo chino, algo más difícil de conseguir debido a la gran barrera cultural que nos separa de China -empezando por la lengua-).
La intervención militar y la aplicación de las correspondientes sanciones contra Rusia tendrían como consecuencia una rotura definitiva de las relaciones entre ésta última y Occidente. Los medios de masas se verían forzados a proclamar oficialmente el inicio de una Nueva Guerra Fría. Esta Guerra, pero, no sería para nada fría, pues el antiguo equilibrio que mantenía la correlación de fuerzas años atrás ya no existe y, como ya hemos visto, los propósitos tanto de un oponente como del otro son de expansión y conquista. A partir de aquí podríamos esperar una escalada progresiva de las tensiones a nivel internacional con el paso de los años. La polarización del globo en dos bloques empezaría a ser cada vez más evidente y la anarquía y el caos se apoderarían de él; la agravación de la crisis financiera y el empobrecimiento de la población, el auge de los patriotismos, el retorno a la retórica agresiva y belicista de antaño, la aparición de nuevos conflictos, la exacerbación y el rebrote de los que se encuentran latentes...
Entre los múltiples conflictos latentes existentes tiene especial relevancia el de Taiwán. Una anexión por la fuerza de la isla por parte de China desencadenaría inevitablemente una confrontación con los EE.UU. Dada la política de contención que está siguiendo América y la patente coalición antihegemónica que China está optando por formar con Rusia, el conflicto en Taiwán podría tener repercusiones mucho mayores de las esperadas. Con el tiempo, ante el surgimiento de un nuevo Imperio Celestial hostil y agresivo, conflagraciones similares podrían desencadenarse con Japón entorno a las islas Diaoyu/Senkaku o Con Corea del Sur, EE.UU y Japón respecto a Corea del Norte. Lo mismo en cuanto al resto de vecinos con los que China mantiene disputas territoriales, que son numerosas. En definitiva, una implicación de China en un conflicto contra los EE.UU durante el transcurso de la guerra de Ucrania y de los nuevos frentes que vayan surgiendo en las fronteras de Rusia (como levantamientos musulmanes o una posible revolución en San Petersburgo) podría dar inicio a una Tercera Guerra Mundial.

Estamos viviendo, pues, la confrontación entre Eurasia y el bloque Transatlántico o Oceanía, motivo por el cual Dugin explica que el conflicto en Ucrania no es un mero enfrentamiento entre EE.UU y Rusia sino que forma parte de La Guerra de Continentes. Todo esto, -la guerra de continentes, las ambiciones imperialistas de ambos bandos, la Doctrina Manifiesto y el eurasianismo, el auge del patriotismo ruso y los nacionalismos, la geopolítica y la geoestrategia...- será por supuesto lo que estudiarán en las escuelas y las universidades de historia del futuro. En realidad, pero, no es más que un pretexto histórico sobre el cual basar la guerra. Tanto las motivaciones reales como el objetivo que las impulsan son bien distintos: se trata de un proceso dirigido y coordinado por los científicos de Pyramid Transnational para la creación de Un Mundo Feliz.

Cada vez empieza a ser más evidente la respuesta a la pregunta formulada en el artículo "Las elecciones de Hugo Chávez de 1.998" sobre por qué la élite estaría dividiendo América Latina en dos. Si el objetivo de la conflagración que se avecina es establecer un Estado Mundial, ningún país ha de poder escaparse del conflicto, pues se trata de una guerra de quinta generación dirigida contra la población y no contra el pseudoenemigo. Si Suramérica no estuviera dividida no podría verse involucrada en el enfrentamiento. Esa puede ser la razón por la que una buena porción de América Latina (además de que las colisiones incitan a la cooperación y al emergimiento de estructuras supranacionales como UNASUR y CELAC), que como mencionamos en el artículo "Las Guerras no son reales: el Ordo ab Chao" pertenece a Oceanía según el modelo geopolítico de Orwell, forma parte actualmente de Eurasia, en alianza con Estasia. Ha de ser ésta la misma razón por la que Europa, que según el modelo de 1.984 es parte de Eurasia, pertenece hoy en día a Oceanía. Si estuviera conformando Eurasia no podría haber conflicto en Europa ni Tercera Guerra Mundial, ya que su detonante, geopolíticamente hablando, ha de ser la lucha por el Pivote del Mundo. El modelo de Eric Blair (inviable si la guerra fuera real) está diseñado para que las guerras entre bandos no puedan ser devastadoras y para que sean perpetuas. Mientras que el modelo que existe hoy en la realidad está diseñado para La Última Guerra.

Según diversos analistas aereoespaciales, en 2016 podría efectuarse un ataque nuclear relámpago contra Rusia y China que dejaría a ambos inhabilitados para contestar de forma efectiva. Inmediatamente se haría uso del escudo antimisiles con el fin de frenar la respuesta enemiga, aunque probablemente no se conseguirían parar todos los proyectiles. Estén en lo cierto o no, al menos es muy significativo el hecho de que hace tan solo unos meses muchos de los encargados de apretar el botón rojo -hombres que no lo apretaron durante todo el transcurso de la Guerra Fría- hayan sido destituidos tras una campaña de propaganda en la que se les acusa de posesión de drogas y fraude en los exámenes de capacitación. Un ataque de este tipo, como el descrito en 1.984, permitiría la detonación controlada de bombas nucleares sobre objetivos cuidadosamente escogidos, al estilo Ozymandias en "Los Vigilantes", en caso de que la guerra fuera ficticia. Tanto la Primera Guerra Mundial como la Segunda lo fueron, por lo que no hay motivos para pensar que ésta, suponiendo que se diera, no lo vaya a ser también. Si así fuera, sería una guerra larga y desgarradora, diseñada para reducir significativamente la población mundial -y que por lo tanto implicaría grandes hambrunas, guerra química y bacteriológica- y capaz de sumir a las personas en un estado de desesperación tal que desearan con ansias la llegada de la estabilidad y la paz globales. Lo que vendría después, el Estado Mundial, podría darse de diversas formas:

1) El escenario futuro más realista sería el descrito por Bertrand Russell: Los Estados Unidos conquistan el mundo y establecen la plutocracia mundial. Con el tiempo la plutocracia es substituida mediante grandes revoluciones, el Imperio Americano desaparece y se da paso a un Nuevo Orden Mundial. Este esquema, hecho público por Russell en 1.931, se ha estado cumpliendo a la perfección desde entonces y está siendo dirigido en la actualidad por Brzezinski, tal y como él mismo declara en su libro "El Gran Tablero de Ajedrez". El modelo de Russell implica que la Guerra Mundial (que involucraría la detonación controlada de bombas nucleares en ciertos puntos del globo previamente escogidos, según el plan descrito por Orwell en 1.984 y por los analistas aereoespaciales sobre el ataque a China en 2016-) la ganarían los EE.UU, que terminarían estableciendo el nuevo mundo tras su victoria, antes de desfallecer desangrados por las heridas sufridas durante el enfrentamiento.

2) Un segundo escenario sería una variante del primero: EE.UU conquista el mundo, pero no hay una guerra mundial convencional. Solo se produce una Nueva Guerra Fría, con devastadores conflictos localizados y revoluciones ficticias pensados para desgastar y contener al enemigo, dejando que éste se derrumbe por sus propias debilidades. En este contexto es mucho más lógica la táctica aplicada por los EE.UU de rodear a Rusia y China, en vistas de mantener su supremacía mundial durante el tiempo suficiente como para poder dar paso al Nuevo Orden Mundial.

"A largo plazo, las políticas globales tenderán a ser cada vez más incompatibles a la concentración de poder hegemónico en manos de un único Estado. De ahí que los Estados Unidos no sólo son la primera y la única verdadera superpotencia global sino que, probablemente, serán también la última. [...] Por consiguiente, una vez que el liderazgo estadounidense empiece a declinar, es improbable que algún Estado individual pueda ostentar la actual preeminencia global estadounidense. Así pues, la pregunta clave que habrá que plantearse es la siguiente: ¿Qué legado durable de su supremacía  dejarán los Estados Unidos al mundo? [...] Así, pues, en el curso de las próximas décadas podría surgir una estructura efectiva de cooperación global basada en las realidades geopolíticas que pasaría gradualmente a ostentar el cetro del actual "príncipe regente", que por el momento está cargando con el peso de la responsabilidad de asegurar la estabilidad y la paz mundiales. El éxito geoestratégico de esa causa representaría un legado adecuado de los Estados Unidos en su papel de primera, única y verdadera superpotencia global." - Capítulo 7, El Gran Tablero de Ajedrez.

En cualquiera de los dos casos Rusia acabaría fragmentándose en tres partes y finalmente sería democratizada e integrada al bloque transatlántico. Algo semejante ocurriría con China, que sería incluida en un sistema equivalente al europeo en Asia Oriental. Todos estos sistemas quedarían subordinados por el Sistema de Seguridad TransEurioasiático, que despejaría el camino para el establecimiento del Mundo Feliz. El mayor inconveniente ligado a ambos modelos sería el de la inestabilidad y los rencores generados por la guerra, incompatibles con la República Mundial. La población del planeta estaría poco cohesionada; una proporción muy significativa del planeta se vería obligada a degustar el amargo sabor de la derrota y a acatar la dominación enemiga. Además, no existiría entre la plebe el estado de ánimo más adecuado para aceptar la llegada del Gobierno Mundial. Aunque, después de todo, la situación podría revertirse en cuestión de generaciones mediante el uso de la propaganda.

3) Un tercer escenario podría ser el descrito por Wells. Tras los devastadores años de una guerra prolongada y sangrienta, la detonación controlada de varias bombas nucleares y la inminente destrucción de la humanidad conducen a los diferentes actores internacionales a dejar a un lado sus diferencias y proclamar, en una cumbre en Brissago, la formación del Estado Mundial.
Este modelo es mucho más fantasioso y difícil de tragar. Carecería de sentido histórico; sería difícil de comprender para las masas de cada bando una rendición pactada de este tipo. La gran ventaja que presenta, en cambio, es que crearía las condiciones idóneas en la mente de los individuos para la implantación del nuevo mundo y ninguna de las partes habría de catar el sabor de la derrota; todo el mundo estaría feliz y la sociedad mundial emergería mucho más motivada y unida.

4) Finalmente, cabe la posibilidad de un último escenario, mucho menos probable; tras el surgimiento de Eurasia, Estasia y Oceanía, los tres superestados se mantienen en una guerra ficticia perpetua. Este es el modelo de Orwell ilustrado en 1.984, más conveniente para un mundo más arcaico en el que, a diferencia del de ahora, no existieran los medios necesarios para administrar la bola a través de un único Estado. Lo que hace tan improbable este escenario es que no encaja con el objetivo de la élite de hacer emerger un Estado Mundial.

El ataque a China está planeado según el Pentágono para 2017. Si se decide llevar a cabo, probablemente se retrasará. Los planes, que son dinámicos, suelen demorarse, posponerse e incluso cancelarse según los obstáculos que vayan surgiendo, circunstancias imprevistas o disputas internas. El plan de ataque directo a Siria, que al final se ha suspendido, llevaba postergándose durante años. La desintegración de Irak, que ahora está teniendo lugar, estaba planeada inicialmente para 2003. La Guerra Mundial, por ende, también puede retrasarse. Personalmente no creo que lo haga por muchos años, pues el Estado Mundial es un objetivo mayor, una meta primordial. Quizá sea por eso mismo que Gianroberto Casaleggio, el masón detrás de Beppe Grillo, haya puesto como fecha el año 2020.

Dicho esto, aclaro que todos los escenarios imaginarios aquí expuestos, al igual que todas las previsiones para el conflicto de Ucrania, son meras predicciones que uno puede desarrollar a partir de los planes oficiales y los acontecimientos de actualidad, pero que en ningún momento tienen por que ocurrir ni mucho menos. El objetivo principal de formularlas es comprobar de aquí en adelante la proporción de aciertos, para averiguar cuánto hay de correcto en el modelo de visión del mundo propuesto. Si las previsiones no se cumplen significa o bien que falta información importante, o bien que alguna de la información utilizada es incorrecta, o bien que el proceso lógico realizado es erróneo. De lo contrario, sabremos que hemos hallado la verdad.

Gaia - El futuro de la política

Propaganda de última generación; Propaganda 3.0

Los propagandistas siempre deben adaptarse a las nuevas circunstancias y estar atentos con tal de sacar provecho de cualquier oportunidad que se les presente o, en cualquier caso, reenfocar cualquier situación neutral o perjudicial para que resulte beneficiosa. Una de estas oportunidades que ayudan en gran manera a los Agentes de Mara es el avance de la tecnología; en este período en concreto, Internet. Internet, en primera instancia, comenzó siendo nada más que una extensión de los medios de masas. Poco a poco, a medida que se desarrollaba y la población empezaba a tener ordenadores más potentes en casa y conexiones más veloces, fue evolucionando hasta dar paso a la propaganda 2.0, es decir, propaganda que permite interactuar con el sujeto y ofrecerle la oportunidad de comentar y expresar sus opiniones. Hasta aquí, el único cambio significativo respecto a la televisión era la mayor penetrancia hacia el sujeto y la gran variedad de publicaciones y puntos de vista que ofrece; que resulta más bien contraproducente, ya que existe la posibilidad de que el individuo a manipular se descondicione y sea puesto en cautiverio por un encantador de serpientes que responda a intereses distintos; ello implica la necesidad de elevar el pagerank de los sitios web adecuados, de emplear tácticas de SEO, de usar cuentas falsas y agentes que dirijan las conversaciones en foros y noticiarios... Finalmente, la aparición de plataformas como Blogger y Youtube ha abierto una nueva ventana de posibilidades a los genios de la manipulación, que han conseguido llevar la propaganda a un nuevo nivel. Ha nacido la propaganda de última generación, la Propaganda 3.0; un tipo de propaganda que ya no está hecha por el ilusionista sino por los propios individuos que éste ha manipulado previamente. Dicho de otra forma, ahora son los propios esclavos los que se encargan de guiar al resto del ganado. Gracias a los servicios de Google los titiriteros ahora solo tienen que seleccionar a aquellos sujetos que representen convenientemente los valores e ideas que pretenden expandir. Luego, basta con hacer subir al blogger o al youtuber escogido de modo tal que éste no lo sepa jamás y crea con convencimiento que su éxito es fruto de la suerte, de su propio esfuerzo y/o personalidad. Exactamente lo mismo puede hacerse con cualquier vídeo en particular que sea de interés. Las herramientas a emplear para el maestro de la sombras: poner al hechizado o al vídeo en concreto en portada de Youtube, algoritmos dedicados a crear una burbuja de filtros que impida al sujeto escapar de su propia esclavitud, millones de seguidores bot para dar a conocer a nuestro propagandista marioneta, poner a dedo un número de reproducciones bien abultado, posicionar el contenido en cuestión como es debido en los motores de búsqueda, promoción por las redes sociales y, de vez en cuando, dar un pequeño impulso a nuestro "candidato manchuriano" mediante una entrevista en el diario, un aparición esporádica por televisión o incluso en alguna película. Basta que las masas piensen que alguien es un ídolo de masas para verlo como tal. El resto, pues, se hará solo. La popularidad y el renombre se irán acrecentando como una bola de nieve. Ello significa que los hechizados han de ser cuidadosamente seleccionados, pues el poder que se ha puesto en sus manos es muy grande; no deben tener capacidad alguna para darle un uso inadecuado que no congenie con los objetivos de su amo fantasma. Los propagandistas zombies, además, una vez rebestidos con el manto de la fama, otorgan a las empresas y organizaciones varias la opción de darles cabida en sus campañas de relaciones públicas, ya sea participando en eventos o directamente publicitando productos. 
¿Qué puede venderse mediante esta estratagema de una forma mucho más eficaz y cercana que cualquier otra que haya existido hasta ahora? Ideologías, guerras, videojuegos, liberalidad sexual, cultura del entretenimiento, cualquier producto de mercado y, lo más importante de todo: una forma de crecer y desarrollarse, de ser y de pensar, una forma de escribir y de hablar, de vestir y de comportarse, de interactuar con los demás y de ver el mundo.
¿Quién podría sospechar que el amigable sujeto que nos alegra la noche después de una interminable jornada en el trabajo o en la escuela, nos engaña sin ser consciente de ello para que no encontremos El Camino?

Calbert

La tira de la semana


La aventura del pensamiento: Auguste Comte

Isidore Marie Auguste François Xavier Comte nació en Montpellier en 1.798, poco antes del fin de la Revolución Francesa y de la subida de Napoleón Bonaparte al poder. Se le considera el fundador de la sociología y padre del positivismo, la rama filosófica que defiende que el único conocimiento real es el obtenido mediante el método científico. Sus influencias radican en las grandes figuras del período de la Ilustración y en su relación con personajes como el filósofo aristócrata Henri de Saint-Simon, de quien fue secretario. Comte ve en en la ciencia la herramienta perfecta para guiar a la humanidad hacia el orden y el progreso y pretende dejar en el pasado todo lo que se aleja de ella, como la religión o la metafísica, que forman parte de lo que él considera etapas necesarias de la historia para alcanzar la era de la razón. Es un impulsor, en definitiva, de la tecnocracia y las sociedades científicas modernas, es decir, un miembro más de la élite que hoy controla el mundo.

Comte formula la llamada Ley de los Tres Estados, que considera que la sociedad humana, a medida que evoluciona, pasa necesariamente por tres fases teóricas distintas. Estas fases no tienen porque ser sucesivas y pueden solaparse unas con otras o encontrarse reunidas dentro de un mismo pensamiento. Los tres estados son:

1) El Estado Teológico o Ficticio: las personas explican la existencia y los distintos fenómenos de la naturaleza atribuyendo las causas a fuerzas divinas, responsables de la creación del mundo y la realidad. Este estado tiene a su vez tres sub-estados, que son el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo.
2) El Estado Metafísico o Abstracto: constituye una extensión del teológico. Las personas ya no piensan en dios como en algo concreto sino en forma de conceptos abstractos. Toda la realidad es explicada mediante este tipo de conceptos no concretos, como el de idea, reencarnación o virtud.
3) El Estado Científico o Positivo: Los fenómenos y la realidad son explicados mediante relaciones causales y la formulación de leyes universales, obteniendo el conocimiento a partir del método científico, que implica la observación, la experimentación y la comparación. 

Comte también establece una jerarquía de las ciencias que segun él fue desarrollándose a medida que el hombre pasaba por los distintos estados teóricos. Esta jerarquía clasifica las ciencias desde las más simples hasta las más complejas (es decir, las que abarcan e incluyen a las demás), siguiendo el siguiente orden: Matemáticas, astronomía, física, química, biología, psicología y sociología (ésta sería la ciencia última, la que ofrece una visión más panorámica de todas). Es precisamente a través de la sociología, o física social, que Auguste piensa que los males que afligen al hombre y la sociedad pueden remediarse. Mediante la Ciencia de la Sociedad, que es elevada casi al nivel de religión, pueden descubrirse las leyes que rigen las comunidades humanas y su historia, ofreciéndonos la oportunidad de comprender los sucesos que acontencen y de solventar cualquier aspecto que consideremos problemático. Para construir un mundo ideal, alejados de las utopías irracionales promulgadas por Rousseau y Voltaire, hay que hacer uso de la ciencia, del espíritu positivo. La humanidad, pues, se dirige hacia un período definitivo de paz y estabilidad que se manifestará a través de una sociedad industrial y comercial gobernada por científicos, capaces de aplicar las medidas adecuadas en cada momento basando sus políticas en principios reales; no como los políticos, que "no hacen más que cortar las cabezas de una hidra". El "altruismo" (término introducido por Comte), expandido gracias al cristianismo, se hará planetario merced a la ciencia y la humanidad alcanzará su etapa de madurez, a partir de la cual podrá centrarse en la adquisición de más "poder y conocimiento".



Vea también: "El sesgo de realidad", "La Tecnocracia: de la teoría a la práctica", "La Perspectiva Científica", "La Trampa Zeitgeist", "Philisophica: Auguste Comte", La aventura del pensamiento: Karl Marx". "La Última Guerra".

lunes, 11 de agosto de 2014

Mapa político del mundo

Mapa político del mundo 2013. Fuente: Nationsonline.org

El Gran Tablero de Ajedrez: la Primacía Americana y sus Imperativos Geoestratégicos

"The Grand Chessboard: American Primacy and its Geostrategic Imperatives" (leer aquí) es un libro de Zbigniew Brzezinski (el hombre detrás de Obama y agente de David Rockefeller) publicado en 1.997. Es una obra imprescindible para comprender todo lo que está aconteciendo hoy en el mundo -desde Taiwán, pasando por Irán, hasta Ucrania- y no hay mejor momento para llegarla a entender correctamente que ahora, una vez todo lo que en ella se menciona ya ha ocurrido. "El Gran Tablero de Ajedrez" es uno de esos trabajos que requieren varias lecturas espaciadas en el tiempo para poder asimilarlo por completo. Detrás de cada frase escrita por su autor hay un conocimiento mucho más profundo que puede pasar desapercibido y que necesita de estudio e investigación complementarios. Del mismo modo que valoraríamos una obra escrita por Alejandro Magno si existiera, debemos valorar libros como éste o como los que ya hemos ido tratando con anterioridad de H.G.Wells y Bertrand Russell; no están redactados por cualquier persona, sino por miembros de la élite del Imperio más poderoso de la historia de la humanidad. Hay que tener presente la gran relevancia de dichos escritos y aprovechar y apreciar la oportunidad de aprender en esta ocasión del geoestratega que dirige la política exterior del Imperio Americano, "el primer, el único y el último verdadero superpoder global".

Solamente el título del libro ya es muy ilustrativo; el mundo de hoy en día se rige principalmente por la geopolítica. Para alguien que se dedica a ella todo lo que ocurre en el planeta forma parte de una gran partida de ajedrez en la cual, en lugar de haber únicamente dos oponentes, hay múltiples jugadores. La parte donde los distintos participantes se juegan la victoria o la derrota es Eurasia, y del dominio de ella depende la conquista del mundo. El principio básico alrededor del cual gira toda la geopolítica moderna es el citado por uno de sus fundadores, el anglosajón Halford J. Mackinder, que dice así:

"Quien gobierna Europa del Este domina el Heartland (El Pivote Euroasiático);
Quien gobierna el Heartland domina la Isla del Mundo (Europa, Asia y África);
Quien gobierna la Isla del Mundo controla el mundo."

Gira todo, pues, entorno a la conquista de Eurasia, y la conquista de Eurasia depende del control del "agujero negro" creado tras la disolución de la URSS en el este de Europa, siendo el punto más crucial de éste Ucrania.


Un nuevo tipo de hegemonía

El propósito último de los EE.UU es, antes de perder su preeminencia en el mundo (período que puede ser muy breve), dar paso a una comunidad global verdaderamente cooperativa de acuerdo a los intereses fundamentales de la humanidad (El Nuevo Orden Mundial, por eso Brzezniski define a América como "el último verdadero superpoder global". Este proyecto congenia con el ya existente sistema de gobierno supranacional e informal desarrollado a través de multinacionales, ONGDs, comunidades científicas e Internet). Para poder alcanzar la meta deseada, pero, es necesario que antes se centre en un objetivo doble: conseguir mantener su supremacía mundial durante el tiempo necesario y evitar el surgimiento de cualquier rival capaz de hacerle frente. Esto solo podrá conseguirse consolidando y perpetuando el pluralismo geopolítico en Eurasia y apoyándose más adelante en los socios importantes que vayan surgiendo, compatibles con los intereses americanos, que puedan aportar un nuevo impulso a la creación del nuevo mundo que debe emerger.

"En pocas palabras, para los Estados Unidos la geoestrategia euroasiática implica el manejo resuelto de los estados geoestratégicamente dinámicos y el manejo cuidadoso de los estados geopolíticamente catalíticos, de acuerdo con los intereses gemelos de América de preservar a corto plazo su poder global único y de transformarlo a largo plazo en una cooperación global crecientemente institucionalizada [Léase un Nuevo Orden Mundial o un Estado Mundial. Nota del Autor]. Por decirlo con una terminología propia de la era más brutal de los antiguos imperios, los tres grandes imperativos de la geoestrategia imperial son prevenir la colusión y mantener la dependencia de seguridad entre los vasallos, mantener a los tributarios obedientes y protegidos, e impedir que los bárbaros se unan." - Capítulo 2, El Gran Tablero de Ajedrez.

Estimulados por la creencia de cargar con el peso de una gran misión histórica -la doctrina del Destino Manifiesto-, desde la primera guerra de conquista en 1898 contra España, durante el transcurso de un solo siglo los EE.UU se hicieron dueños de los mares arrebatando el puesto hasta la entonces imbatible Gran Bretaña. Con el control del Océano Pacífico y el Atlántico por un lado -facilitado por la construcción del canal de Panamá-, la rápida industrialización y el crecimiento económico por el otro, y una cultura que fomenta la creatividad y la innovación, esta joven nación tenía todos los números para convertirse en el más grande superpoder global. La primera oportunidad para adquirir este reconocimiento se daría en la Primera Guerra Mundial. No siendo al fin y al cabo una guerra verdaderamente global como la Segunda, marcó el declive de la hegemonía europea y la entrada en escena de los EE.UU como jugador principal en la arena internacional. La era europea terminó definitivamente tras la Segunda Guerra Mundial, a partir de la cual el mundo quedó dividido en dos polos opuestos en el marco de la Guerra Fría: los EE.UU contra la URSS, Norteamérica contra Eurasia, el Agua contra la Tierra. Con la aparición de las armas nucleares y una destrucción mutua asegurada, un conflicto convencional era inviable. Así pues, se llevó a cabo una guerra de contención de forma localizada en las periferias este y oeste de Eurasia: el bloqueo de Berlín por una banda y la guerra de Corea por otra, a la cual le seguiría Vietnam. Más tarde apareció un nuevo frente en el sur de Eurasia, que comprendió la Guerra de Afganistán y la inmanente creación de las redes yihadistas que años después atacarían suelo americano.



Puesto que la guerra era limitada, los medios para alcanzar la victoria debían ser políticos, económicos, ideológicos, culturales... Siendo el sistema soviético mucho más rígido e incapaz de competir con los EE.UU en el desarrollo económico y tecnológico, acabó por desmoronarse a principios de los 90s. Los estados centroeuropeos y centroasiáticos empezaron a independizarse y alejarse de Rusia, China comenzó a seguir su propio camino y EE.UU se erigió como el primer superEstado preeminente a nivel global no euroasiático, el primer estado no euroasiático en dominar Eurasia, la primera superpotencia mundial de la historia; ninguno de los grandes precursores de la única superpotencia global, como el Impero Romano, el Imperio Han, el Imperio Mongol, el Imperio Español, el Imperio Francés o incluso el Imperio Británico, había llegado jamás a alcanzar una verdadera hegemonía mundial.

"El colapso de su rival dejó a los Estados Unidos en una posición única. Se convirtieron, simultáneamente, en el primero y único verdadero poder global. Y, sin embargo, la supremacía global de América es reminiscente de alguna forma a la de los imperios antiguos, a pesar del campo de acción regional más restringido de éstos. Aquellos imperios basaban su poder en una jerarquía de vasallos, tributarios, protectorados y colonias, con aquellos que se encontraban en el exterior vistos como bárbaros. En cierto grado, la terminología anacrónica no es de hecho tan inapropiada para algunos de los Estados actuales de la órbita de América." - Capítulo 1, El Gran Tablero de Ajedrez. 

Como los romanos o los Han, Norteamérica ha construido toda una red de estados vasallos o tributarios, protectorados y colonias a través de la cual mantener su influencia. Su gran poder lo ejerce gracias a su superorganización, su sentimiento de superioridad cultural y civilizadora y la habilidad para mover rápidamente grandes cantidades de recursos económicos y tecnológicos con fines militares. Gracias a la técnica y el desarrollo militar y a la organización, le bastan relativamente pocos hombres para mantener el orden en todo el territorio. La división, el hedonismo y la decadencia cultural, el egocentrismo excesivo y la inflación, males que afligieron a sus análogos históricos, son también sus mayores rivales.

El sistema de dominio creado por Norteamérica es, históricamente hablando, bastante peculiar. Es el primer imperio democrático que ha existido, el cual depende de la opinión pública que él mismo debe crear mediante la propaganda para poder actuar. Esto muchas veces limita su margen de maniobras, pudiendo devenir incluso en el primer Imperio de la historia incapaz o no deseoso de ejercer su poder. Tras la disolución de la URSS y sin enemigo externo que justifique las acciones militares, la opinión pública se ha opuesto mayoritariamente a la visión de Norteamérica como gendarme mundial (por eso hizo falta crear la amenaza de Al-Qaeda en 2001 y mantenerla hasta el resurgimiento de Rusia y China).

"El afán de poder no es una meta que guíe la pasión popular, excepto en condiciones de amenaza o desafío súbitos al sentido que tiene el público del bienestar doméstico. La abnegación económica (esto es, el gasto en defensa) y el sacrificio humano (las bajas, incluso las de soldados profesionales) que se requieren en el esfuerzo no congenian con los instintos democráticos. La democracia es perjudicial para la movilización imperial. [...] Además, a medida que América se hace una sociedad cada vez más multicultural, le resultará más difícil establecer un consenso en materia de política exterior, excepto en las circunstancias de una amenaza externa verdaderamente masiva y percibida mayoritariamente como tal. [...] En ausencia de una amenaza exterior comparable [La URSS y los nazis. Nota del autor] la sociedad americana encontrará mucho más difícil alcanzar un acuerdo sobre las políticas exteriores que no puedan relacionarse directamente con las creencias centrales y simpatías étnico-culturales ampliamente difundidas y que requieran, sin embargo, un compromiso imperial durable y costoso. [...] Es notorio también que los conflictos internacionales y los actos de terrorismo han estado hasta ahora desprovistos del uso de armas de destrucción masiva. Por cuánto tiempo se mantendrá esta autocontención es inherentemente impredecible,  pero la creciente disponibilidad, no solo por parte de los estados sino también por grupos organizados, de estos medios para infligir bajas masivas- mediante el uso de armas nucleares o bacteriológicas- también incrementa, inevitablemente, la probabilidad de que se utilicen." - Capítulos 2 y 7, El Gran Tablero de Ajedrez.

Su monopolio masivo sobre los medios de comunicación y entretenimiento le ha permitido imponer su cultura y modo de vida al resto del mundo, influenciando y manipulando hasta límites insospechados a las poblaciones y élites extranjeras que se mantienen ahora bajo su campo de influencia. La cultura de masas promovida, además, actúa como un imán para las juventudes de otros países que se ven atraídas por el estilo individualista americano y desean pasar a formar parte de Occidente. Ocurre lo mismo respecto el constitucionalismo, los valores democráticos, la libertad negativa, los derechos humanos, el modelo económico liberal... Mediante la imitación de todo lo americano a través del globo la hegemonía estadounidense va expandiéndose. Ésta se mantiene a partir de una red mundial de organizaciones, instituciones y procedimientos que comprende el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización de Comercio Mundial (OMC), la Corte Internacional de la Haya, los tratados de cooperación económica regional como NAFTA o APEC... A través de la Organizacion del Tratado Atlántico-Norte (OTAN) EE.UU ejerce el control sobre Europa y mediante el protectorado de Japón mantiene su influencia en el Extremo Oriente. A pesar de que el origen del poder se encuentra en última instancia en Washington D.C, no se trata de un sistema piramidal de control como solía ser en tiempos pasados sino de todo un complejo sistema de redes interconectadas que fue surgiendo durante la Guerra Fría y que había sido diseñado previamente para llegar a ser mundial tras el derrumbamiento de la Unión Soviética.

"La Alianza Atlántica, epitomizada institucionalmente por la OTAN, enlaza los Estados más productivos e influyentes de Europa con América, haciendo a los EE.UU un participante clave incluso en los asuntos intra-europeos. Los lazos bilaterales políticos y militares con Japón atan a la economía más poderosa de Asia a los Estados Unidos, con Japón permaneciendo (al menos por ahora) esencialmente un protectorado de América. [...] Puede decirse que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial representan intereses "globales", y que su circunscripción puede ser interpretada como el mundo. En realidad, no obstante, están fuertemente dominados por América y sus orígenes se remontan a iniciativa americana, en particular a la Conferencia de Breton Woods de 1944." - Capítulo 1, El Gran Tablero de Ajedrez.

La dominación americana garantiza la paz y el orden en el mundo. Si América cae (deliberadamente o no) la anarquía y el caos se apoderarán de él. La explosión demográfica, la urbanización radical, los cientos de millones de desempleados, la creciente desigualdad social, las migraciones masivas, los medios modernos de comunicación, el consecuente auge de los extremismos, nacionalismos, de las hostilidades étnicas y religiosas... están creando alrededor del globo una situación pre-revolucionaria que va a golpear con fuerza al sistema de administración global estadounidense. Las fuerzas de desorden mundial luchan por imponerse y solo la hegemonía americana puede hacerles frente y preservar la estabilidad a nivel internacional. Es crucial por ende que América conserve su supremacía y que por lo tanto, según los principios geoestratégicos ya dictaminados, mantenga y expanda su control sobre Eurasia.


El tablero euroasiático

El tablero de Eurasia es como sigue: el 75% de la población mundial vive en Eurasia. Eurasia produce el 60% del PIB mundial y posee tres cuartas partes de los recursos energéticos de mundo conocidos. El dominio de Eurasia implica prácticamente el dominio inmediato sobre África. Los seis países con mayores gastos militares después de los EE.UU están en Eurasia y todas las potencias nucleares oficiales menos América también.
El tablero euroasiático se divide en cuatro partes: este, oeste, norte y sur. EE.UU tiene el control directo sobre la parte oeste (Europa). En la parte este (Extremo Oriente) se encuentra el mayor rival potencial de los EE.UU (China) y una serie de islas próximas (Japón) junto a una pequeña península (Corea del Sur) que sirven como base de los EE.UU en la región. Entre la parte este y oeste se encuentra la parte media, región en la cual se encontraba el que fue el mayor rival de los EE.UU y que antaño trató de echarle de Eurasia (la URSS), ahora sucedido por la Federación Rusa. En la parte sur del tablero se encuentra una región desordenada e inestable muy rica en recursos energéticos, conformada por Asia Central y Oriente Próximo, de creciente importancia para la parte este y oeste del continente.



América prevalecerá si consigue: 1) Arrastrar al espacio medio hacia la órbita de influencia del espacio oeste. 2) Evitar que la parte sur quede subyugada a un solo jugador rival 3) Evitar que en el espacio este emerja una región hostil a los EE.UU que pueda poner fin a su presencia en esta parte del tablero.
Si falla en alguno de estos puntos, o el este y el espacio medio se alían para expulsar a América de Eurasia o el oeste decide dejar de actuar como cabeza de puente, el control de los EE.UU sobre Eurasia peligra.

Las principales herramientas de juego para lograr tales objetivos son, pues la guerra se ve limitada  por la gran capacidad destructiva del armamento moderno y los métodos de chantaje económico por la creciente interdependencia económica entre naciones; las maniobras, la diplomacia, las coaliciones, la cooptación y el despliegue de recursos políticos.

Las unidades básicas del sistema político mundial continúan siendo, a pesar de todo, los Estados-Nación. Por consiguiente, las disputas territoriales y la geografía ligada a ellos continúa siendo de gran importancia en los asuntos internacionales, si bien han perdido mucho peso. El derecho de las minorías étnicas a la autodeterminación, ya sea para erigirse como estado independiente o para reunirse con la "Madre Patria", por ejemplo, ha cobrado ahora mucha más relevancia que la expansión territorial.

Los jugadores geoestratégicos que participan en la partida, es decir, aquellos con capacidad para ejercer su poder e influencia más allá de sus fronteras y modificar el estado de los asuntos  geopolíticos existentes, son: Francia, Alemania, Rusia, China e India (además de los EE.UU). Los pivotes geoestratégicos, es decir, aquellos países que son importantes por su localización (recursos naturales, escudo defensivo, agente desestabilizador, promotor cultural y económico...) y por las consecuencias que puede tener su vulnerabilidad para los jugadores geoestratégicos, son: Ucrania, Azerbayán, Corea del Sur, Turquía e Irán. Estos dos últimos son a la vez jugadores geoestratégicos.

En la parte oeste del tablero los jugadores predominantes son Francia y Alemania. Ambos pretenden construir una verdadera Unión Europea, aunque difireren en el modo y el resultado. Aunque ambos están auspiciados por EE.UU, Francia tiene la intención de ganar en autonomía y grandeza por lo que algunos de sus intereses difieren con los del hegemón global. Para hacerlos valer intenta jugar de vez en cuando al lado de Rusia y enemistarla con los EE.UU, así como acercarse a Gran Bretaña en contra de Alemania. Alemania por su lado, la locomotora de Europa, siente que juega un papel especial en la construcción de la nueva Europa y en el proceso de emancipación de los estados centroeuropeos; bajo el paraguas de una idea que recuerda vagamente al concepto de Mitteleuropa.

Gran Bretaña no es ningún jugador geoestratégico. No tiene ambiciones en vistas de una Europa unida políticamente; se mantiene relativamente al margen de estos proyectos y de la comunidad europea. Favorece en cambio un modelo de integración económica basado en el libre comercio.  Continúa ejerciendo cierta influencia en el mundo a través de la Commonwealth y actúa como apoyo clave de los EE.UU.

El resto de países de Europa, como España o Polonia, son meros estados títere de EE.UU, Francia o Alemania.

Rusia permanece en la posición de jugador geoestratégico, a pesar de la debilidad post-imperial patente. Solo tiene dos opciones; integrarse a Occidente y convertirse en una democracia europea, o intentar resurgir como Imperio Euroasiático (al final se ha decantado por esta opción).

China es un jugador geoestratégico crucial y el mayor rival de los EE.UU, si bien todavía está en ascenso. Su crecimiento perjudica al dominio de Rusia sobre Estasia, la cual en caso de una posible coalición entre ambas civilizaciones deberá acatar el liderazgo chino.

Japón, a pesar de ser una potencia económica mundial, no es un jugador geoestratégico y como Gran Bretaña se mantiene al margen de los asuntos de la región. Aún así podría convertirse rápidamente en uno si sus aspiraciones nacionales crecen, especialmente ante el surgimiento de una China hostil y/o un deterioro de las relaciones con EE.UU.

Indonesia tampoco es un jugador clave, pues es un país muy pobre. Su surgimiento como jugador geoestratégico, pero, podría ser beneficioso para contener la expansión china en el sur, y de hecho su crecimiento está siendo auspiciado por Australia.

India es una potencia regional que aspira a ser global y que ve a China como su rival. Es además una potencia nuclear semi-secreta en disputa con Pakistán.

Ucrania es un pivote geoestratégico crucial. Sin ella Rusia deja de ser un imperio euroasiático. Sin Ucrania Rusia solo puede aspirar a convertirse en un imperio asiático en permanente conflicto con los nuevos estados independientes de Asia Central, sucumbiendo por el este al ascenso de China. Por el contrario, la adquisición de Ucrania supondría, además del acceso al Mar Negro, la nueva oportunidad para renacer como civilización e imponerse en Europa. Desde el punto de vista estadounidense una Rusia Imperial no puede ser una Rusia democrática, y una Rusia democrática es un requisito para poderla integrar al sistema de cooperación internacional impulsado por Occidente. Por lo tanto, Ucrania debe dejar de ser rusa e integrarse en la OTAN y la UE.

Azerbayán es la clave de acceso a las grandes riquezas del Mar Caspio y Asia Central. Si ésta quedara bajo el control de Moscú la independencia de los estados vecinos carecería de sentido. Un Azerbayán independiente por el contrario, que permitiera oleoductos y gaseoductos hacia el Mar Mediterráneo a través de zonas no controladas por Rusia, evitaría que la zona quedara subordinada exclusivamente a la Tercera Roma y permitiría el acceso a los recursos naturales a las potencias extranjeras, ya sean occidentales o China.

Irán y Turquía también pretenden ejercer influencia en el Mar Caspio-Asia Central aprovechando el colapso de la URSS. Ambos son rivales y tienen una capacidad de actuación limitada debido a sus problemas internos. Si Turquía está bajo la influencia occidental y se acerca más a Azerbayán, Irán está más próxima a la esfera de influencia rusa.
Turquía, como pivote geoestratégico, permite estabilizar la región del Mar Negro, controla el acceso al Mediterráneo, hace de contrapeso a Rusia en el Cáucaso, sirve como buffer del fundamentalismo islámico y como base de la OTAN en la zona. Una Turquía inestable favorecería el caos en la región y la expansión de Rusia.
Irán también permite estabilizar la región; su independencia ayuda a mantener la diversidad política en ella y por lo tanto, a pesar de su retórica anti-estadounidense, actúa como barrera para cualquier amenaza rusa a los intereses americanos en el Golfo Pérsico.

Corea del Sur actúa como pivote en el Extremo Oriente. Permite a los EE.UU proteger a Japón y mantener a éste como extensión del poderío militar estadounidense en la Asia Oriental. Una reunificación de las coreas sin presencia del ejército americano significaría la fagocitación tanto de éstas como de Japón por parte de China y pondría fin a la capacidad de actuación de los EE.UU en Estasia.

Todos los jugadores y pivotes descritos no son permanentes y varían en el tiempo. Futuros estados catalíticos son posiblemente Taiwán, Tailandia, Pakistán, Kazajistán o Uzbekistán, siendo quizás el más importante de ellos Taiwán, pues una anexión de éste a China por la fuerza podría derivar en un conflicto con los EE.UU.

Estados Unidos debe promover unos Estados Unidos de Europa apoyándose en Alemania, teniendo cuidado de que no se forme como oposición una entente franco-británica o que Francia se acerque a Rusia. La Federación Europea debe estar subordinada en gran medida a los EE.UU, o de otra forma podría resurgir como un nuevo competidor de América y echarla fuera de Eurasia, o bien actuar según sus propios intereses en Medio Oriente al margen de los estadounidenses. Tampoco puede ser una relación de subordinación total y deberá otorgarse cierta responsabilidad y autonomía a Europa, en términos más cercanos al de alianza; por lo tanto una reestructuración de la OTAN es necesaria.
La OTAN deberá ir expandiéndose hacia el este a la par que la Unión Europea, incorporando Repúblicas Bálticas y de la parte más oriental, como Ucrania. El fin de la expansión será arrastrar hacia la órbita occidental a Rusia, democratizarla y acabarla incorporando a la UE a modo de embrión para un futuro Sistema de seguridad Trans-Euroasiático (SSTE, que abrazaría a la OTAN, una Rusia confederada -Rusia Europea, República Siberiana y República de Asia Oriental-, Japón, China y la India). Para la europeización y democratización de Rusia hace falta que ésta se recupere de su devastadora situación, pero ello conlleva el riesgo de que intente resurgir como Imperio Euroasiático.



































El espacio sur del tablero euroasiático tiene todos los números para convertirse en el principal campo de batalla. Una zona inestable y volátil, increíblemente heterogénea y diversa, rica en recursos y rodeada por vecinos poderosos, está más que predispuesta a guerras, violencia étnica y religiosa; de un modo tal que Yugoslavia podría quedar en poco.
La zona de Asia Central puede considerarse como los Balcanes de Europa. La independencia y la apertura de los países que la conforman a los mercados internacionales es indispensable para que Occidente y China tengan acceso a sus recursos y para que Rusia no se los apropie. Irán y Turquía son clave para promover estos propósitos y mantener la estabilidad en la región.
El fundamentalismo Islámico en la zona podría suponer una amenaza para Occidente y afectar a los intereses de América en el Golfo Pérsico, aunque sin cohesión ni Estado Islámico se expresaría más en forma de violencia difusa (preludio de la lucha contra el terrorismo y del Estado Islámico -y del potencial Kurdistán independiente- creado por el ISIS en Iraq, cuya formación es parte del proyecto de "Oriente Medio Ampliado", renaudado en la actualidad. Según el mapa no oficial publicado en 2006 por el coronel retirado Ralph Peters, este proyecto podría implicar la partición de Arabia Saudita en el "Sagrado Estado Islámico" y los "Territorios Independientes de la Patria Saudí", la ampliación de Jordania, del Yemen, del Líbano y Azerbayán, la creación de Baluchistán -entre Irán, Pakistán y Afganistán- y hasta la retracción de las fronteras israelíes al nivel previo a la Guerra de los Seis días).

"Un posible desafío a la primacía americana por parte del Fundamentalismo Islámico podría ser parte del problema en esta inestable región. Explotando la hostilidad religiosa contra el estilo de vida americano y tomando ventaja del conflicto árabe-israelí, el Fundamentalismo Islámico podría socavar a varios gobiernos pro-occidentales de Oriente Medio y finalmente poner en peligro los intereses americanos en la región, especialmente en el Golfo Pérsico. No obstante, sin cohesión política y en ausencia de un Estado Islámico verdaderamente poderoso, el desafío del Fundamentalismo Islámico carecería de un núcleo geopolítico y sería por lo tanto más propenso a expresarse a través de una violencia difusa." - Capítulo 2, El Gran Tablero de Ajedrez.

Respecto a China los EE.UU deben procurar que crezca democrática y liberal. Una China hostil e imperial podría desencadenar un conflicto creciente con América y perjudicar en las relaciones de ésta con Japón, pudiéndose llegar al punto de poner fin a la presencia de EE.UU en Extremo Oriente. Para mantener esta relación con Japón EE.UU debe servirse también de Corea del Sur.

En cuanto a las posibles coaliciones futuras contra América, destacan; la más peligrosa e importante de todas, una coalición antihegemónica formada por China a la cabeza, Rusia y quizás Irán (que ya está en camino). Otros escenarios menos probables serían  una alianza sino-japonesa o incluso una entente Franco-rusa o Germano-rusa contra América.


La cabeza de puente democrática

Europa es el laboratorio para el futuro sistema de cooperación internacional. Es la estructura supranacional en fase de desarrollo más avanzada, con una organización multilateral sin parangón en el mundo. Si tiene éxito en su unificación se convertirá sin duda en un nuevo poder global. Este poder global debe servir como trampolín para expandir la democracia y el sistema de integración a Eurasia. Actuaría como un imán para países como Bielorrusia, Ucrania y Rusia.
Constituye la cabeza de puente de América en Eurasia, por lo que cualquier expansión de Europa y la OTAN significa la expansión de la influencia estadounidense.

"La cruda realidad es que Europa Occidental, y cada vez más Europa Central, siguen siendo un protectorado americano, con unos estados aliados que recuerdan a los antiguos vasallos y tributarios." - Capítulo 2, El Gran Tablero de Ajedrez. 

Los tres impulsos que motivaron antaño la unificación de Europa -el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, la recuperación económica y la amenaza soviética- ya no existen. Esto ha creado una situación de inseguridad y desmotivación en el viejo continente que EE.UU debe revertir. Francia y Alemania son los dos únicos estados que todavía tienen ánimo y deseos de crear una Europa Unida. Así pues, América debe apoyarse en ellos para poner en marcha la verdadera unificación del territorio.

"Para concluir: con la Europa de Yalta desaparecida, es esencial que no halla un regreso a la Europa de Versalles. El fin de la división en Europa no debería derivar en dar un paso atrás hacia la Europa de Estados-Nación beligerantes sino que debería ser el punto de partida para construir una Europa más grande y cada vez más integrada, reforzada por una OTAN ampliada y hecha aún más segura por una relación de seguridad constructiva con Rusia. Por lo tanto, el principal objetivo geoestratégico de América en Europa puede ser resumido de forma simple: consolidar a través de una alianza transatlántica más genuina la cabeza de puente de los EE.UU en el continente Euroasiático de modo que una Europa en expansión pueda convertirse en un trampolín más viable para proyectar a Eurasia el orden cooperativo y democrático internacional." - Capítulo 3, El Gran Tablero de Ajedrez. 

Francia se ve a sí misma todavía como una potencia mundial y pretende hacer resurgir su grandeza de tiempos pasados. Su objetivo queda bien reflejado en las ideas de Charles de Gaulle (bajo esta corriente podríamos colocar a Thierry Meyssan y Red Voltaire): construir una Europa genuina liderada por los franceses, lejos de la dominación anglosajona y de la americanización de la cultura occidental. Sus ambiciones se ven expresadas en su insistencia por convertirse en una potencia nuclear y en sus esfuerzos por mantener un rol especial en materia de seguridad en la mayoría de países francófonos de África. Pero su idea de Europa supondría renunciar a la seguridad brindada por los EE.UU y requeriría implicar a Alemania en su proyecto, algo para lo que no tiene capacidad. Para evitar una aproximación de Francia a Rusia o a Gran Bretaña con el fin de disminuir la influencia germano-americana, los EE.UU deberán conceder al componente europeo de la OTAN un rol mayor hasta supuestamente conformar una verdadera alianza bajo la fórmula 1+1 (EE.UU + UE).
Alemania, un jugador mucho más fuerte que Francia (especialmente en el ámbito económico), busca en cambio en la nueva Europa la redención nacional por un lado y la seguridad ofrecida por América por el otro. Esto hace que su idea de los Estados Unidos de Europa sea mucho más adecuada para los intereses estadounidenses. Por esta misma razón los EE.UU deben apoyarse principalmente en Alemania para que ésta cumpla con su papel de líder y guíe al resto de países hacia la unificación (De hecho, Alemania constituye la principal fuente de poder de los EE.UU sobre Europa). Obviamente, sin dejar de lado los intereses franceses, pues ambos estados son indispensables para que surja esta gran entidad suprancional. La forma en la que Alemania y EE.UU deben construir la Federación Europea no es mencionada por Brzezinski, pero ya la tratamos con anterioridad en este blog (vea "El auge de los separatismos: Hacia los Estados Unidos de Europa): consiste en promover y crear movimientos separatistas en las naciones de toda la Unión Europea, como el de Cataluña o el País Vasco, para desintegrar los Estados-Nación actuales en múltiples regiones etno-lingüísticas que deberán obedecer a un organismo supranacional en Bruselas. Para impedir que la nueva Europa pueda rivalizar con los EE.UU, ésta deberá estar subordinada en cierto grado mediante un vasto tratado de libre comercio (que ya está cerca de materializarse) a partir del cual surgirá un enorme bloque Trans-Atlántico, dirigido en el aspecto militar a través de la OTAN (reestructurada para equilibrar el peso de los EE.UU y la UE). Este bloque es precisamente el que debe servir como lanzadera para el establecimiento del Nuevo Orden Mundial; servirá de modelo para sus análogos en el resto del mundo (UNASUR, CELAC, ASEAN, OUA....) y como trampolín para la europeización y democratización de Eurasia.
Alemania, además, es el principal encargado de promover la expansión de la Unión Europea y la OTAN, empezando por la integración de Polonia (se unió en 2.004 y 1.999, respectivamente). Polonia permitió ampliar el campo de influencia alemán y estadounidense hasta los Países Bálticos, Bielorrusia, Ucrania y Rusia.  Se formó entonces el llamado Triángulo de Weimar (Francia-Alemania-Polonia), que hoy en día junto a Ucrania constituye el eje de la defensa y expansión de la UE. Gran Bretaña apoyó la idea de la expansión de Europa como una forma de diluir su unidad, mientras que Francia apoyó la integración, aunque de una forma restringuida, en aras de evitar realzar el papel de Alemania.

"Ni Francia ni Alemania son suficientemente fuertes para construir Europa por sí mismas o para resolver con Rusia las ambigüedades inherentes a la definición de la extensión geográfica de Europa. Ello requiere una implicación americana energética, centrada y determinante, en particular con los alemanes, respecto a la difinición de la proyección de Europa y, por lo tanto, también frente a temas tan sensibles -especialmente para Rusia- como el eventual estatus de las Repúblicas Bálticas y Ucrania dentro del sistema europeo." - Capítulo 3, El Gran Tablero de Ajedrez. 


Otros futuros estados centroeuropeos que por tradición han formado parte de Europa podrían incorporarse en el futuro a ella: República Checa, Hungría (estos dos se incorporaron en 1.999 a la OTAN y en 2004 a la UE, tal y como vaticina Brzezinski,) y quizás Eslovenia (En 2004 se incorporó a la OTAN y la UE). Tras éstos la OTAN y la UE deberían centrarse en las Repúblicas Bálticas (Letonia, Estonia y Lituania, que se incorporaron en 2004), Rumania, Bulgaria (ambas; 2004 a la OTAN y 2007 a la UE), Eslovaquia (2004) y quizás, finalmente, en Ucrania (el proceso ha derivado en la actual guerra civil). Podrían considerar también incorporar a la OTAN Suecia y Finlandia.

"En algún momento entre 2005 y 2010, Ucrania, especialmente si para entonces el país ha hecho progresos significativos en sus reformas domésticas y ha conseguido ser identificada de forma más evidente como un país de Europa Central, debería estar preparada para negociaciones serias tanto con la UE como la OTAN. [...] Para el año 2010, la colaboración política franco-germano-polaco-ucraniana, que involucraría cerca de 230 millones de personas, podría evolucionar a una alianza que ampliaría la profundidad estratégica de Europa. [...] Si el escenario anterior surge de un modo benigno o en el contexto de tensiones crecientes con Rusia es de gran importancia. Si Europa tiene éxito en unificarse y expandirse y si Rusia mientras tanto emprende con éxito una consolidación democrática y una modernización social, en algún momento Rusia también podría convertirse en electa para una relación más orgánica con Europa. Ello, a su vez, haría posible una eventual fusión del sistema Trans-Atlántico con un sistema Trans-Continental Euriasiático." - Capítulo 3, El Gran Tablero de Ajedrez. 

La alternativa a la expansión y unificación de Europa es una Europa estática que permanezca tal y como se encuentra ahora; con el tiempo iría fragmentándose favoreciendo el resurgimiento de las viejas rivalidades internas. En este contexto Alemania iría adquiriendo un aire cada vez más nacionalista y retornaría rápidamente al antiguo proyecto de Mitteleuropa, algo que a nadie le interesa. Fracasar en la expansión de la OTAN supondría para EE.UU un fracaso no solamente regional, sino global. Desmoralizaría a las naciones centroeuropeas y podría despertar, además, las antiguas aspiraciones geopolíticas de Rusia en Europa Central.


El agujero negro

El colapso de la Unión Soviética en 1.991 dejó un vacío de poder en el centro de Eurasia, en el mismo Heartland, capaz de succionar al este y el oeste. Tras la desintegración de la URSS la Commonwealth de Estados Independientes (CEI, una especie de Unión Europea liderada por Moscú) surgió para remplazar a la Unión Soviética durante un tiempo, hasta que finalmente la Federación Rusa y otras once repúblicas declararon su independencia. Las fronteras rusas retrocedieron en el Cácuaso a la posición original de los años próximos a 1800, en Asia Central a los niveles de mediados del siglo XIX y en el oeste al lugar en el que se encontraban aproximadamente en el siglo XVII.
Apareció el temor al resurgimiento de Turquía en el Cáucaso y al desafío islámico en Asia Central. Se perdió la exclusividad de acceso a los enormes recursos naturales de esa región y la independencia de Ucrania puso fin al mismo concepto de pan-eslavismo.
A mediados de los años 90, después de la derrota en la guerra ruso-japonesa de 1.905 (laboratorio para el posterior matadero de la Primera Guerra Mundial; la guerra de trincheras), la revolución fallida del mismo año, la Primera Guerra Mundial, la Revolución de Octubre, la derrota contra los polacos en 1.920, el brutal régimen de Stalin, la Segunda Guerra Mundial y toda la Guerra Fría, el país se encontraba aislado del mundo en unas condiciones deplorables, especialmente para la salud y el medioambiente: Tan solo un 40% de los recién nacidos llegaban sanos al mundo, un quinta parte de los alumnos de primer curso sufría algún tipo de retraso mental, la esperanza de vida de los hombres se encontraba en 57'3 años de edad y la mortalidad era más elevada que la natalidad. Estas condiciones se vieron agravadas por la implicación militar en Tajikistán y la costosa intervención de Chechenia. Rusia había quedado rebajada, pues, al estatus de potencia tercermundista.
La pérdida de los Países Bálticos limitó su acceso al Mar Báltico. Peor aún fue la independencia de Ucrania: supuso la pérdida sobre el control del Mar Negro y el acceso al Mediterráneo, además de una potente economía agricultural e industrial de 52 millones de personas. Rusia tan solo pudo obtener el derecho a mantener la permanencia de sus tropas y la flota en Crimea hasta el año 2.042 (recientemente anexada).

"Incluso sin los Estados Bálticos y Polonia, una Rusia que retuviera el control sobre Ucrania podría aspirar todavía a convertirse en el líder de un activo Imperio Euroasiático, en el cual Moscú podría dominar a los no-eslavos en el sur y el sudeste de la ex-Unión Soviética. Pero sin Ucrania y sus 52 millones de compañeros eslavos, cualquier intento de Moscú por reconstruir el Imperio Euroasiático dejaría a Rusia enredada en solitario en conflictos interminables con los no-eslavos. [..] Además, dado el declive ruso de la natalidad y el baby boom entre los estados de Asia Central, cualquier nueva entidad euroasiática basada puramente en el poder ruso, sin Ucrania, se convertiría inevitablemente año tras año en menos europea y más asiática." - Capítulo 4, El Gran Tablero de Ajedrez.

La posición en el Mar Negro se vio repercutida a la vez por la independencia y el creciente nacionalismo de los estados del Cáucaso, aprovechada por Turquía para rehacerse (la cual apoyaba a la resistencia en Chechenia): Azerbayán, Georgia, Armenia. Un Azerbayán independiente estimulado por la inversión extranjera, junto a Kazajsitán y Turkmenistán, tuvieron el mismo efecto sobre el Mar Caspio.
Todos estas repúblicas están auspiciadas por Turquía, Irán, Pakistán y Arabia Saudita (estados islámicos) y favorecidas por el capital occidental y chino. Uzbekistán es el líder del proceso de independencia de los estados de la región. De él depende la supervivencia de las demás repúblicas y es el menos vulnerable a las presiones rusas. Las tensiones y la hostilidad con Rusia son inevitables y existe el riesgo de que estallen ahí conflictos armados de gran calibre.
Por el lado oeste del tablero Rusia se ve ahora amenazada por el crecimiento de China, que va a revertir la situación de la Guerra Fría para convertirse en un estado más avanzado, dinámico y exitoso.

"Rusia [...] se había convertido en un Estado-Nación atormentado, sin un acceso geográfico fácil al mundo exterior y potencialmente vulnerable a debilitadores conflictos con sus vecinos en los flancos oeste, sur y este. Solo los espacios inhabitables e inaccesibles del norte, casi permanentemente helados, parecían geopolíticamente seguros." - Capítulo 4, El Gran Tablero de Ajedrez. 

Las tres opciones estratégicas que surgieron como respuesta al derrumbe de la URSS fueron: una asociación estratégica con América para el condominio del mundo (defendida por los occidentalizadores como Yeltsin), poner énfasis en la doctrina del "exterior cercano" o crear una coalición antihegemónica para echar a los EE.UU de Eurasia (última corriente en aparecer).

Los occidentalizadores simplemente se encontraban ante una ilusión alimentada por Washington. EE.UU, como superpotencia mundial, no iban a ceder su poder en un condominio con Rusia y ponerse a su mismo nivel -ni hubieran podido dada la debilidad y el atraso social de Rusia- ni iban a permitir que la influencia soviética se mantuviera estable entre los estados de Europa Central y Asia, que era lo que ello implicaba. Con los años la "asociación estratégica madura" empezó a ser vista como un engaño, provocando decepción entre sus partidarios. Según Brzezinski, tal decepción, así como la situación en la que nos encontramos ahora (una Rusia hostil con ambiciones imperialistas), se podrían haber evitado si EE.UU hubiera abrazado antes el concepto de la expansión de la OTAN y le hubieran ofrecido a Rusia una relación de cooperación con ella (es decir, ya hubieran arrastrado a Rusia hacia la órbita occidental, que es en lo que se centra todo...). Fue un fallo histórico de la administración Clinton que va a resultar muy caro al mundo. Un error demasiado grave teniendo en cuenta de que se trata de la única superpotencia mundial y que planean y predicen los acontecimientos futuros décadas antes.

"Quizás la decepción podría haberse evitado si antes -durante la luna de miel de América y Rusia-  América hubiera abrazado el concepto de la expansión de la OTAN y hubiera ofrecido a Rusia al mismo tiempo un "trato que no podía rechazar", es decir, una relación cooperativa especial entre Rusia y la OTAN. [...] El momento para haberlo hecho fue la segunda mitad de 1.993, justo después de que Yelstin respaldara públicamente en Agosto el interés de Polonia de unirse a la Alianza Atlántica por ser consistente con "los intereses de Rusia". En lugar de eso, la administración Clinton, que entonces todavía promovía su política de "Rusia primero", agonizó por dos años más, mientras el Kremnlin cambiaba su tono y se hacía cada vez más hostil a las emergentes pero indecisas señales de la intención americana de ampliar la OTAN. Para cuando Washington decidió, en 1.996, hacer de la expansión de la OTAN el objetivo central de la política americana de establecer una comunidad Euro-Atlántica más grande y segura, los rusos se habían cerrado en una oposición rígida. Por lo tanto, el año 1.993 puede ser visto como el año en el que se perdió una oportunidad histórica."  - Capítulo 4, El Gran Tablero de Ajedrez.

En contraposición la élite rusa comenzó a ver (incluidos algunos occidentalizadores) la expansión de la OTAN como un movimiento dirigido contra Rusia, en especial entorno a la integración de Ucrania. Las voces nacionalistas y militaristas empezaron a alzarse y a cobrar mayor relevancia y la idea del resurgimiento del Imperio y de echar a América de Eurasia emergió de nuevo. La doctrina del "exterior cercano" se impuso: ésta aboga por centrarse en el espacio ex-soviético que rodea a Rusia en lugar de Occidente, para volverlo a integrar de algún modo a la Madre Patria. Dentro de este grupo se encuentran los defensores de la creación de un sistema de integración similar a la Unión Europea liderado por Moscú -como el CEI-, los que ven en la integración económica una herramienta para el resurgimiento del Imperio Euroasiático -como la actual Unión Euroasiática, que entrará en vigor en 2015-, eslavófilos románticos que abogan por la creación de la Unión Eslava (que incluye Rusia, Bielorrusia y Ucrania) y finalmente los partidarios de la noción más amplia, casi mística, del Eurasianismo.



































El colapso de la URSS y el consecuente desánimo generalizado dieron fruto a toda una serie de preguntas existenciales acerca de la naturaleza de Rusia que ni los partidarios de la integración económica ni de la restauración del Imperio podían contestar. ¿Es Rusia un mero Estado-Nación o es algo mucho más grande? "¿Qué es Rusia? ¿Dónde está Rusia? ¿Qué significa ser ruso?" (Capítulo 4, El Gran Tablero de Ajedrez). El Eurasianismo, representado desde 2002 en el Movimiento Euroasiático de Alexander Duguin (basado en la Cuarta Teoría Política), ofrecía una respuesta a dichas preguntas.
El Eurasianismo es todo un movimiento cultural y filosófico que parte de la idea de que Rusia no es ni suficientemente europea ni suficientemente asiática, por lo que tiene una identidad euroasiática propia que la caracteriza, única y distinta de la civilización occidental, que es producto de sus más de mil años de historia. Es un movimiento ortodoxo que condena tanto al comunismo como a Occidente por intentar suprimir a la civilización rusa e imponer la suya. Su orígenes se remontan a las teorías de Halford J. Mackinder, que serían retomadas más adelante por el alemán Karl Haushofer (fundador del Partido Nacionalsocialista Alemán e ideólogo del Lebensraum -análogo al destino manifiesto estadounidense-. A pesar de su ascendencia parcialmente judía y de estar casado con una mujer de raíces hebreas, sobrevivió gracias a la protección conferida por Rudolf Hess). Instructor en geopolítica de los nazis, Haushofer propuso la formación de una alianza germano-rusa para expulsar de Eurasia a los anglo-americanos. Estos conceptos fueron finalmente introducidos en Rusia por Peter Savitsky, en 1.921, como alternativa al comunismo soviético (y promovidos por autores como Lev Gumilev), estableciendo así la base para el movimiento euroasiático del siglo XXI. Esta corriente político-filosófica tiene la ventaja, y por eso es más adecuada ahora que nunca, que permite incluir bajo su concepción de Rusia tanto a rusos como no rusos, tanto a europeos como no europeos, por lo que puede incorporar bajo su paraguas doctrinal a muchas de las actuales repúblicas ex-soviéticas a pesar de su creciente nacionalismo y apaciguar las consecuentes disputas étnicas.

Las ambiciones imperialistas de Rusia tuvieron como efecto el crecimiento de un nacionalismo ucraniano con un claro cariz anti-ruso, apoyado por EE.UU y Alemania. Del mismo modo un bloque formado por Uzbekistán, Azerbayán, Turkmenistán y en algún momento Kazajistán, Georgia y Moldavia, emergió para obstaculizar los esfuerzos rusos. Ante una eventual OTAN rusa solo parecía viable una unión con Bielorrusia, Takijistian y las zonas norte (repletas de población rusa) de un Kazajistán potencialmente dividido. Su ansias de dominio solo fomentaban el aislacionismo de Rusia, inducían a las nuevas repúblicas a estrechar nuevos lazos con Occidente, China y los estados islámicos y retrasaba la necesaria modernización y democratización de Rusia -en las mismas líneas de Kemal Atatürk (masón y agente británico que dio nombre al interventor mundial de "Un Mundo Feliz", Mustafá Mond) tras el derrumbamiento del Imperio Otomano-. Es por esto que, al fin y al cabo, "el exterior cercano" también es una ilusión geopolítica. 

La última opción, la construcción de una coalición antihegemónica junto a China e Irán, implicaría para para cada una de las partes renunciar a la tecnología e inversión occidentales y por lo tanto aislarse del mundo y renunciar a su crecimiento. Además, EE.UU tendría que ser muy corto de vista para enemistarse con China e Irán a la vez. Tal coalición, no obstante, supondría la unión de una parte del Tercer Mundo contra las porciones más avanzadas del Primer Mundo. Rusia se convertiría en un socio menor de China al mismo tiempo que ésta no tendría capacidad ni deseos suficientes para ayudar a Rusia a superar su atraso. Rusia se convertiría así en un buffer entre una Europa y una China en expansión.

En cuanto a una asociación con Francia o Alemania, salvo en alguna situación ocasional respecto a  algún tema en concreto con Francia, parece muy poco probable.

A Rusia le queda, pues, una única alternativa viable: la Europa de la Unión Europea y la OTAN. "Perpetuar ilusiones sobre grandes opciones geoestratégicas como las anteriores solo puede retrasar la decisión histórica que debe hacer para poner fin a su profundo malestar" (Capítulo 4, El Gran Tablero de Ajedrez). Para eso tendría que renunciar a sus pretensiones imperiales, seguir el curso de la Turquía post-otomana y aceptar la independencia de Ucrania. La incursión en este proceso requeriría de mucho tiempo y probablemente de la existencia de un Atatürk ruso que por el momento no está al alcance de la vista. Para perpetuar "el dilema de la única alternativa" de Rusia, Occidente deberá apoyar la independencia de las repúblicas ex-soviéticas; Azerbayán, Uzbekistán y especialmente Ucrania, la más importante de todas:

"Más importante, no obstante, es Ucrania. Mientras la UE y la OTAN vayan expandiéndose, Ucrania llegará a estar eventualmente en posición de escoger si desea ser parte de alguna de esas organizaciones. Es probable que [...] Ucrania desee unirse a las dos. [...] No es demasiado pronto para que Occidente -que mientras tanto irá reforzando sus vínculos económicos y de seguridad con Kiev- empiece a señalar la década 2005-2015 como un margen de tiempo razonable para iniciar la inclusión progresiva de Ucrania. [...] Rusia [...] es probable que acceda a la expansión de la OTAN en 1.999 para incluir varios países de Europa Central. [...] Por el contrario, Rusia encontrará incomparabemente más difícil acceder a la incorporación de Ucrania a la OTAN, ya que hacerlo sería reconocer que el destino de Ucrania ya no está ligado orgánicamente al de Rusia. Sin embargo, para que Ucrania sobreviva como estado independiente deberá convertirse en parte de Europa Central más que de Eurasia, [...] por lo que entonces tendrá que compartir por completo los vínculos de Europa Central con la OTAN y la Unión Europea. [...] Un rechazo de Rusia equivaldría a un rechazo de Europa en favor de una identidad y existencia euroasiática en solitario. El punto clave que hay que tener en mente es que Rusia no puede estar en Europa sin que Ucrania esté en Europa, mientras que Ucrania pude estar en Europa sin que Rusia esté en Europa. [...] Al momento definitorio para la relación de Rusia con Europa le falta todavía un tiempo -"Definitorio" en el sentido de que la elección de Ucrania en favor de Europa conducirá a la decisión rusa entorno a la siguiente fase de su historia: ser también parte de Europa o convertirse en un proscrito euroasiático, ni verdaderamente Europa ni verdaderamente Asia, y sumido en sus conflictos del "exterior cercano". [...] Como más rápido se mueva Rusia hacia Europa, antes se llenará el agujero negro de Eurasia por una sociedad que es crecientemente moderna y democrática. De hecho, para Rusia el dilema de la única alternativa ya no es más una cuestión de hacer una elección geopolítica sino de hacer frente a los imperativos de la supervivencia." - Capítulo 4, El Gran Tablero de Ajedrez.


Los Balcanes Euroasiáticos

La población, las dimensiones territoriales y el mosaico de étnias y religiones de los Balcanes Euroasiáticos son mucho mayores que en los Balcanes Europeos. Es un polvorín repleto de rivalidades, disputas y rencores. En el núcleo de la inestable región hay un vacío de poder, mientras que la periferia está atemperada por la hegemonía americana. La importancia de los Balcanes Euroasiáticos radica sobretodo en la enorme cantidad de gas, petróleo y minerales que alberga. Además, es una zona muy significativa para la seguridad de Turquía, Irán, Rusia y, cada vez más, China. De forma más remota, también están envueltos Ucrania, Pakistán, India y América.


Los tres estados del Cáucaso -Armenia, Georgia y Azerbayán (su integración en la UE y la OTAN depende de la de Rusia)- son naciones verdaderamente históricas. Los cinco estados de Asia Central -Kazajistán, Kirguistán, Tajikistán, Uzbekistán y Turkmenistán- todavía están en proceso de construcción. Todos ellos formaron parte de la URSS, a excepción de un noveno estado: Afganistán. Turquía e Irán, por su parte, son jugadores geostratégicos clave de cuya estabilidad depende la de la región, indispensable para frenar a Rusia. Las fronteras entre los estados de Asia Central (menos Afganistán) fueron establecidas a mano por los soviéticos para mantener a los pueblos de Asia Central divididos y, por lo tanto, más fáciles de controlar; en lugar de crear una única unidad política llamada Turquestán como reclamaban los nacionalistas centroasiáticos. Los mismo ocurrió en el Cáucaso. Sucedió que, tras el derrumbe de la URSS, dichos estados no estaban preparados para la independencia. No tardó en estallar, entonces, una guerra entre Armenia (apoyada por Rusia, que así pudo justificar su presencia militar en el país) y Azerbayán (apoyada por Turquía) por el enclave de Nagorno-Karabaj (que se declaró independiente al estilo de Nueva Rusia en el este de Ucrania), conflicto que todavía hoy corre el riesgo de rebrotar.

En el norte de Irán hay el doble de azeríes (unos 20 millones) que en el propio Azerbayán, lo que hace temer al país de una posible secesión de su territorio (Prevista en el Oriente Medio Ampliado). Este temor le condiciona a ayudar a Rusia en sus esfuerzos por restringuir los vínculos de Azerbayán con Occidente.

En Georgia un 30% de la población está conformada por minorías étnicas. Rusia promueve el separatismo entre algunas de ellas, como en Osetia y Abjasia, para atraer a Georgia hacia su área de influencia.

Cuatro de lo estados centroasiáticos forman parte del mundo turco. Tajikistán es persa y Afganistán es una mezcolanza de patán, tayikos, pastún y persas. Los seis países son islámicos y la mayoría han estado bajo la influencia del Imperio Persa, Otomano y Ruso. De los cinco estados centroasiáticos los más importantes son Uzbekistán, el principal promotor del nacionalismo y la independencia de los demás estados, y Kazakistán, que actúa como escudo de Uzbekistán y separa a Rusia físicamente del núcleo de Asia Central.
En caso de un deterioro de las relaciones entre Rusia y Kazajistán, el 35% de la población del país, que es rusa y habita principalmente en el nordeste y noroeste, podría movilizarse para dividir el estado. Del mismo modo, muchos kazajos viven en Rusia y Uzbekistán, su mayor competidor en la región. Eso hace imposible que el país pueda confrontar a Moscú, algo que se ve reforzado por el temor al rápido crecimiento de China y al resentimiento patente hacia la "chinificación" de la colindante Provincia de Xinjiang. Una subordinación de Kazajistán a Rusia (ahora ambas forman parte de la Unión Euroasiática) implicaría la absorción directa por parte de ésta última de Tajikistán y Kirguistán, junto a un aumento de su influencia sobre Uzbekistán y Turkmenistán.

Uzbekistán tiene más números que Kazajistán para convertirse en el líder de la región; su población es mucho más homogénea, tiene un índice de natalidad más alto entre la población autóctona, una menor proporción de población rusa, la cual está además en decrecimiento... La élite del país se identifica como descendiente directo del Imperio de Tamerlán (1336-1404), por lo que aspira a hacerlo resurgir y a unificar toda Asia Central. Aún así, la nación no se libra de disputas étnicas: tiene una porción muy significativa de tayikos, particularmente alrededor de Samarcanda, mientras que en el oeste de Tajikistán hay una importante proporción de uzbekos. Además, hay tanto uzbekos como tayikos en la zona altamente inestable del Valle de Ferganá, Kirguistán, donde ha estallado más de una vez la violencia. También hay uzbekos en el norte de Afganistán.

En cuanto a Kirguistán, Tajikistán y Turkmenistán, solo el último es relativamente homogéneo desde el punto de vista étnico. Se encuentra bastante protegido y alejado de Rusia, siendo Uzbekistán e Irán de mayor relevancia para él. Sus grandes reservas de gas le auguran un próspero futuro.
Kirguistán, mucho más diverso, tiene un gran potencial turístico; debido a la belleza de sus paisajes se le conoce como la Suiza de Asia Central. Su localización geopolítica hace que su autonomía dependa mucho de la de Kazajistán.
Tajikistán es algo más homogéneo que Kirguistán, pero no demasiado; menos de dos tercios de la población son tayikos, el 25% son uzbekos y solo un 3% rusos. Los conflictos inter-étnicos han servido como pretexto a Rusia para mantener sus tropas en el país. Tantos tayikos como en Tajikistán viven en el noreste de Afganistán.
Afganistán es solo un Estado-Nación en el nombre. Tras la guerra desatada por Al-Qaeda (creación de la CIA) contra los soviéticos el país se encuentra fragmentado y con la religión ocupando una posición dominante en la vida política.

Los cinco estados centroasiáticos y Azerbayán son musulmanes, pero sus élites son todavía las de la Unión Soviética, seculares. Cabe esperar un rebrote del sentimiento nacionalista islámico auspiciado por Irán y Arabia Saudita para evitar la reintegración de la zona a Rusia. La islamización podría trasladarse incluso a territorio ruso, donde habitan unos 20 millones de musulmanes.

Irán y Turquía, jugadores y pivotes a la vez, como ya se ha dicho anteriormente estabilizan la región.

"Turquía e Irán tienen una orientación geopolítica volátil y son potencialmente vulnerables a nivel interno. Si la situación de estos dos estados se desestabilizara, es probable que la región entera quedara sumida en un desorden masivo, con los actuales conflictos étnicos y religiosos escapando fuera de control  y el ya delicado balance de poder de la región severamente dañado." - Capítulo 5, El Gran Tablero de Ajedrez. 

En Turquía existen tres corrientes de pensamiento: los modernistas u occidentalizadores, que miran al oeste; los islamistas (como Erdogan, de la Hermandad Musulmana), que miran al sur, hacia Oriente Medio; y los nacionalistas, que luchan por restablecer el Imperio Otomano y miran al este, hacia el Mar Caspio. Las divergencias entre ellas produce cierto clima de incerteza en cuanto al papel de Turquía en la región. Una europeización de Turquía más profunda ayudaría a europeizar también a sus vecinos, como Georgia y Armenia.
El país podría ser víctima de los conflictos étnicos de la zona, pues un 20% de su población son kurdos que habitan en las parte este del estado y que están siendo alentados a luchar por la independencia junto a los kurdos de Irán e Iraq (Actualmente están a punto de alcanzar dicha independencia gracias al avance del EIIL dirigido por estadounidenses, franceses y sauditas, apoyado por Turquía mismo, con Qatar -Exxon móvil, propiedad de Rockefeller- e Israel como beneficiarios y probablemente con el beneplácito de Siria y del propio Irán).
Rusia y Turquía están profundamente enemistadas; los turcos se muestran a sus vecinos como los libertadores de la opresión rusa, mientras los medios rusos muestran a los turcos como una amenaza a su seguridad desproporcionada en comparación con sus capacidades reales.

Respecto a Irán, la Revolución de 1.970 liderada por Jomeini podría estar llegando a su fin, lo que aumenta la incertidumbre sobre el rol geopolítico de la nación. Una postura pro-occidental de Irán (como la del actual presidente Rohani) ayudaría a promover los intereses americanos en la región: la estabilidad y el crecimiento económico de sus vecinos, especialmente de Azerbayán.

"Además, a los EE.UU no les conviene perpetuar la hostilidad entre América e Irán. [...] Un Irán fuerte, aun motivado por la religión pero no fanáticamente anti-occidental, está en el interés de los EUA, e incluso la élite política de Irán terminará reconociendo esta realidad." - Capítulo 7, El Gran Tablero de Ajedrez. 

La mitad de su población es persa, un 25% son azeríes y el resto son kurdos, baluchis, turkmenos y árabes. Tanto kurdos como azeríes pueden ser movilizados para separarse de Irán. La vulnerabilidad del país ante potenciales conflictos étnicos y una posible expansión de Azerbayán ha hecho que se acerque a Rusia. Ha ayudado a ello también su rivalidad con Turquía, la cual se muestra a sí misma como una alternativa secular y moderna a la sociedad islámica iraniana. Las aspiraciones de Irán en la región son menores que las trucas, centrándose en Azerbayán, Afganistán y en menor grado en Turkmenistán y Tajikistán, así como en la comunidad musulmana a la que él mismo alienta (incluida la de Rusia). Como Turquía, está asistiendo con su programación televisiva al resto de estados de la región.

A China le interesa tanto como a Occidente, Turquía e Irán, una colección de estados independientes en la región, abiertos a los mercados internacionales, que le permitan acceder a sus recursos en detrimento de Rusia. Por otro lado ve con preocupación el movimiento separatista Uigur (minoría túrquica) en Xinjiang (que correspondería al llamado Turquestán, una entidad territorial que abarca toda la región etno-lingüística túrquica. Una ojeada al mapa geopolítico permite observar que Xinjiang, junto a Afganistán -invadido en 2001-  y el norte de Pakistán -por donde sobrevuelan los drones estadounidenses- conforman un muro físico de contención que separa a China del núcleo de Asia Central). Su apoyo a los esfuerzos de Pakistán en Afganistán ayuda a que se establezcan vínculos más estrechos entre estos dos países, lo que también es beneficioso para los EE.UU; facilitaría el acceso internacional a Turkmenistán y reforzaría tanto a este estado como a Uzbekistán.

Ucrania a estrechado lazos con Azerbayán, Uzbequistán, Turkmensitán (todos ellos son los principales aliados de EE.UU en la región) por los mismos motivos, para asegurar su propia independencia y acceder a los recursos energéticos. También colabora con Turquía, así como con Georgia, a la que ha apoyado en sus esfuerzos por convertirse en la ruta oeste de la exportación petrolera azerí y con la que ha firmado tratados de cooperación militar.

Pakistán, por su lado, compite con Irán por ganar influencia en Afganistán y Tajikistán y trata de beneficiarse de un potencial oleoducto hacia el Mar de Arabia. India, para contrarrestar a Pakistán y su creciente aliado China, favorece tanto a Irán como a Rusia.

EE.UU está demasiado lejos como para poder mantener su hegemonía en la zona. Sus intereses se centran en evitar el dominio exclusivo de la región por parte de Rusia y en tener acceso a sus recursos naturales. Para conseguirlo debe impedir que las principales rutas del petróleo estén bajo el control de Rusia. Una forma de hacerlo sería construyendo dos nuevas rutas: una que fuera desde el Mar Caspio, pasando por Azerbayán y Georgia hasta Turquía y el Mar Mediterráneo; otra que pasara por Turkmenistán, Afganistán y Pakistán hacia el Mar de Arabia. Estas dos rutas impedirían que cualquier poder pudiera monopolizar el acceso a los recursos. En 1.995, siguiendo el mismo esquema, se estableció una "nueva ruta de la seda" a través de vías férreas entre Irán y Turkemnistán que permitió conectar Asia con Europa, con mucho pesar de Rusia. Otra ruta promovida tiene origen en Kazajistán, pasa por Turkmenistán hacia Irán, Turquía y el Mar Mediterráneo. Chinos y Japoneses también impulsan su propias rutas: desde Kazajistán hacia el Mar de China.
Otra forma de limitar la hegemonía rusa es promover el pluralismo y la cooperación regional a través de estructuras como la Unión Económica Centroasiática o la Organización de Cooperación Económica (que incluye a los estados islámicos como Azerbayán, Turquía, Irán y Pakistán).

En cuanto a Rusia, sus objetivos principales son evitar la cooperación regional de estados independientes en Asia Central y limitar la influencia estadounidense. Lo hace básicamente a través de la Comunidad de Estados independientes (CEI) y la integración militar (OTSC), mediante el uso de las habilidades militares y diplomáticas para "dividir y gobernar", a partir del monopolio de los oleoductos, obstaculizando las relaciones de las nuevas repúblicas con el exterior, dificultando el proceso que éstas llevan a cabo de reemplazar gradualmente el alfabeto Cirílico por el Latín (adaptado por Turquía). Considera que toda la zona de los Balcanes le pertenece (lo denota su gran presencia militar en ella) y ve como sus principiales objetivos a Azerbayán y Kazajistán. Subordinar a Azerbayán le ayudaría a aislar Asia Central de Occidente y Turquía, a aumentar su influencia en Uzbekistán y Turkmenistán y a consolidar su posición en Georgia y Armenia. Una cooperación con Irán le facilitaría alcanzar sus metas.
Rusia no tiene capacidad para preservar el área aislada, para desarrollarla por sí misma ni para explotar todos los recursos que hay en la región; por lo que prefiere que éstos se mantengan intactos antes que otros puedan sacar provecho de ellos. La explosión demográfica de las nuevas repúblicas y su incapacidad para mantener el crecimiento económico amenazan con nuevos conflictos como el de Chechenia o Afganistán:

"La experiencia rusa en Afganistán y Chechenia  podrían repetirse a lo largo de toda la frontera que se extiende desde el Mar Negro hasta Mongolia, especialmente debido al resurgimiento nacional e islámico que actualmente se desarrolla entre los pueblos previamente subyugados. [...] La elección básica es entre un delicado equilibrio -que permitiría la inclusión gradual del área en la emergente economía global mientras se consolidan los estados de la región y probablemente también adquieren una identidad islámica más pronunciada- o el conflicto étnico, la fragmentación política y, posiblemente incluso, hostilidades abiertas a lo largo de las fronteras rusas del sur. La consecución y consolidación de este equilibrio en la región tiene que ser un objetivo mayor en cualquier geoestrategia global de los EE.UU hacia Eurasia." - Capítulo 5, El Gran Tablero de Ajedrez.


El ancla de Extremo Oriente

"La interacción en el Extremo Oriente entre tres poderes mayores -América, China y Japón- da lugar a un rompecabezas regional potencialmente peligroso que casi seguro generará desplazamientos tectónicos a nivel geopolítico." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez. 

Para China, Japón es su principal enemigo histórico, Rusia genera un cierto grado de desconfianza e India empieza a emerger como un rival potencial. Los EE.UU, en cambio, no tienen ambiciones en el continente asiático e históricamente han estado opuestos tanto a Japón como a Rusia, por lo que China debería considerar a América como un aliado natural. Ocurre, pero, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial Japón ya no es enemigo de los EE.UU, sino que se ha convertido en un fuerte protectorado. América ha establecido robustos lazos con Taiwán (isla reclamada por China) y otras varias naciones del sudeste asiático y constituye el principal obstáculo para que la República Popular se convierta en un superpotencia no ya mundial, sino regional. Parece, pues, que una colisión entre ambos países es difícil de evitar. Aún así, para América es primordial mantener, a la vez que sus estrechos vínculos con Japón, una relación de cooperación con China.

El crecimiento económico de Asia no tiene parangón en la historia de la humanidad. En los años 60 Estasia producía el 4% del PIB mundial, mientras Norteámerica producía un 35-45%. A mediados de los 90 ambos producían prácticamente lo mismo. En 25 años (desde 1.997) Asia superaría en PIB a Europa y EE.UU juntos. Esto se da en el contexto de un escenario geopolítico muy volátil, pues carece de una estructura multilateral como la europea que absorba los conflictos étnicos, territoriales y nacionales (ASEAN, APEC y ARF son insuficientes). Por el contrario, es la región del mundo con más nacionalismos en alza, fomentados por el reciente acceso a los medios de masas, la desigualdad social, las mayores expectativas sociales de la población, la explosión demográfica y la urbanización. Por lo tanto, la situación de calma relativa en la zona, debida actualmente al continuado crecimiento económico, podría verse comprometida en cualquier momento; basta que prenda cualquiera de los múltiples puntos de tensión que se han formado alrededor de China.


A medida que China crece y se fortalece, su ambición por incorporar a Taiwán también va en aumento, hasta el punto que podría anexar la isla por la fuerza. La reunificación de Taiwán será su principal objetivo para la primera década del siglo XXI, la cual no será mal vista por EE.UU siempre y cuando el país haya hecho los progresos democráticos suficientes y sea una reunificación pacífica bajo el lema "Un país, varios sistemas". La opción militar, frente a la inevitable intervención de América, sería difícil de aplicar incluso para una futura potencia regional como China. Un escenario así sería perjudicial para todos; el crecimiento económico de China se detendría, las relaciones americano-japonesas se deteriorarían y el balance de poder estable propugnado por los EE.UU ya no tendría oportunidad de ser.

"En otras palabras, América tendría que intervenir no en nombre de un Taiwán independiente sino en nombre de los intereses geopolíticos de América en el área Asia-Pacífico. [...] El tema de Taiwán también da a América la razón legítima de alzar la cuestión de los derechos humanos en sus tratos con China, sin que ello justifique la acusación de interferencia en los asuntos internos chinos." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez. 

Las islas Paracelso y Spratly y los valiosos recursos que las rodean, localizados en el Mar de China Meridional, son fuente de disputa entre China y varios estados del sudeste asiático, como  Vietnam, Taiwán, Filipinas, Malasia y Brunéi.

Un conflicto creciente entre Japón y China gira entorno a las islas Diaoyu Dao/Senkaku. En este aspecto China y Taiwán están del mismo lado.

La división entre las dos Coreas es cada vez más insostenible, convirtiéndose la futura orientación de ambas en un tema de creciente interés geoestratégico para sus potencias vecinas. El peligroso conflicto entre las dos partes (sobretodo porque Corea del Norte está desarrollando armas nucleares) podría sumir a toda la península en guerra, arrastrando consigo a EE.UU y Japón.

Las relaciones ruso-japonesas, ya muy deterioradas de per se, se vuelven un tema más delicado en cuanto a la cuestión de las Islas Kuriles, ocupadas por la Unión Soviética en 1.945.

Otros conflictos territoriales y étnicos latentes son entre rusos y chinos, entre las dos coreas y Japón, entre China y la India, chinos e indonesios, el movimiento uigur de Xinjiang...

China es el poder militar dominante. Ha optado por la doctrina de "defensa activa de la costa" y tiene previsto tomar el control del estrecho de Taiwán y del Mar Meridional de la China en quince años (desde 1.997. Ahora empezamos a ver los resultados con la implantación de la Zona de Identificación de Defensa Aérea). Su rápido crecimiento está obligando a sus vecinos del sudeste asiático a mostrarse más deferentes con ella. El "Reino Medio" aspira, como Rusia, a recobrar su grandeza imperial. Cuatro son los responsables del desfallecimiento y la humillación de los que ha sido víctima su civilización estos últimos siglos: Gran Bretaña (Guerras del Opio. Hong Kong fue británico hasta 1.997), Japón (Guerras sino-japonesas), Rusia (El tratado de Aigún y la anexión de Amur, el insensible régimen de Stalin, el conflicto sino-soviético... Vea "Historia de las relaciones sino-rusas") y América (en la actualidad, ya que es aliado de Japón y el principal obstáculo a sus aspiraciones regionales y globales; su objetivo primordial es contener a China). Gran Bretaña ha dejado de ser un Imperio y Rusia está en un estado decadente, por lo que sus principales oponentes son Japón y los EE.UU. Teniendo en cuenta esto, sus metas fundamentales se han convertido en disminuir la hegemonía estadounidense evitando una colisión militar y dar paso a un mundo multipolar ("un nuevo orden internacional", perfectamente compatible con el legado que Brzezinski pretende dejar a la humanidad). Para ello ha de evitar los conflictos bélicos con sus vecinos y podría apoyarse en Rusia, ahora mucho más débil, para contrarrestar a Occidente.
Con la incorporación de Hong Kong, Macao y Taiwán, la Gran China podría emerger como potencia mundial de primer rango. Aunque las previsiones de los que postulan a China como una nueva potencia mundial no tienen por que ser correctas, como suele ocurrir (tan solo diez años antes se decía que Japón sería el nuevo superEstado del mundo): para que los pronósticos económicos se cumplan debería darse toda una combinación de factores que es difícil creer que tengan lugar a la vez; un liderazgo efectivo, estabilidad política y regional, inversión extranjera sostenida, disciplina social...
La enorme explosión demográfica obliga a importar cantidades de comida cada vez mayores (haciéndola vulnerable) y requiere de un consumo energético más alto (lo que evidencia la importancia de los recursos del Mar de China Meridional y de promover la independencia entre los nuevos estados de Asia Central, como Kazajistán), ambos necesarios para mantener su estabilidad interna.
 Su crecimiento podría verse repercutido por la necesidad de modernizar y expandir su ejército, lo que probablemente precipitaría una carrera armamentística con Japón...
Las crecientes desigualdades sociales entre la población rural y la de la costa urbanizada son un factor desestabilizador importante a nivel interno que también podría alterar los pronósticos. De la misma forma los numerosos conflictos regionales podrían afectar a sus progresos.
El rígido e inflexible régimen comunista es incompatible con el actual proceso de apertura hacia el mundo y el nuevo modelo económico que propugna. Este hecho obligará a la élite china a escoger entre dos opciones: la democratización o el aislacionismo. Una democratización gradual es mucho más probable, pues el aislacionismo es costoso y muy contraproducente, hasta el punto que pondría fin a sus aspiraciones regionales. Esta peligrosa transición controlada del sistema político podría verse comprometida por las potenciales presiones de eventuales movimientos sociales (es decir, de las agencias de inteligencia):

"En cierto momento, los disconformes políticamente y socialmente en China podrían unir fuerzas para demandar más democracia, libertad de expresión y respeto por los derechos humanos. Esto no ocurrió en la plaza de Tiananmen en 1.989, pero bien podría ocurrir la próxima vez." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez. 

La agitación política y la inestabilidad social, a su vez, afectarían al desarrollo económico de la República Popular, contradiciendo a las grandes previsiones.
Pero incluso aunque China consiguiera llevar a cabo esta transformación de forma paulatina y estable, mantener su crecimiento económico y que los mejores pronósticos se cumplieran, continuaría siendo un país pobre con una de las rendas per cápita más bajas. Por todo ello, debemos concluir que China probablemente no va a convertirse en un nuevo poder global, sino regional:

"En resumen: incluso para el año 2020 es bastante improbable que, aun bajo las mejores circunstancias, China pueda llegar a ser verdaderamente competitiva en las dimensiones clave del poder global. No obstante, China está en el camino correcto para convertirse en el poder regional preponderante en Estasia." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez.


Japón tiene el ejército más avanzado de todos y, como el chino, también está en crecimiento. Constituye, no obstante, una extensión del poderío militar americano. Si bien es una gran potencia económica, es un país vulnerable; a nivel interno es inestable, se encuentra regionalmente aislado (genera bastante animosidad entre sus vecinos, muchos de los cuales no lo perciben como una verdadera nación asiática; más bien occidental) y su defensa requiere de la protección de los EE.UU. Al igual que China, también es dueño de una fuerte identidad cultural que le hace sentir responsable de una importante misión política; aspira a ganar en autonomía y a convertirse en un nuevo actor internacional, algo que puede perjudicar a unos EE.UU cada vez más dependientes de la nación nipona en materia de seguridad. El tratado de seguridad firmado entre Japón y EE.UU (que obliga a los EE.UU a defender a Japón, pero no lo contrario) es visto por China como el punto de partida de un sistema de seguridad asiático dominado por América para contener a China (con Japón en el papel de Alemania durante la Guerra Fría). Según la perspectiva de algunos miembros de la élite China, entre la cual muchos militares consideran a EE.UU como su principal enemigo, el excesivo apoyo de los EE.UU a Japón y su creciente dependencia podría irle aislando en la región. Esto, considerando las aspiraciones japonesas, podría producir fricciones entre ellos que China estaría dispuesta a utilizar para enemistarles. Al fin, llegaría un punto en el que EE.UU tendría que asimilar que, para continuar manteniendo su influencia en el Asia-Pacífico, es necesario aceptar a China como el poder preponderante en la región y convertirse en su aliado; y más adelante, incluso como su socio mundial.
EE.UU, por su lado, también busca una acomodación en cierto sentido con una China emergente y un reequilibrio de fuerzas con ella y Japón. Este reequilibio puede afectar a sus vínculos con los nipones, por lo que debe actuar con sumo cuidado.
Desde los años 50 la política de Japón ha estado dirigida bajo la doctrina Yoshida: 1) Japón debe centrarse en el desarrollo económico. 2) No debe implicarse en conflictos internacionales ni estar severamente armado. 3) debe asumir la protección de los EE.UU y su liderazgo político. 4) La ideología japonesa debe ser neutral y centrarse en la cooperación internacional. Esta doctrina, pero, bajo las nuevas circunstancias regionales, ya es historia. Una potencia económica como Japón ya no puede continuar siendo un mero estado títere de los EE.UU y debe acatar sus responsabilidades para con el mundo; esto ha hecho que las relaciones bilaterales entre ambos países haya entrado en crisis, y que un Japón más militarizado esté en marcha;

"Las opciones extremas -la de un pacifismo a ultranza (con cierto sabor antiestadounidense) o la del rearme unilateral y a gran escala (que requiere una revisión constitucional y sería promovido presumiblemente en desafío a las reacciones adversas de América y la región) - han ganado pocos adeptos. [...] El público en general y ciertamente la influyente élite comercial sienten que ni una opción ni la otra proveen una elección política real y que, de hecho, solo podría poner el bienestar de Japón en peligro." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez.

En julio de 2014, en cambio, el artículo 9 de la Constitución de Japón fue reinterpretado, dando paso al rearme de la nación.
En Japón pueden distinguirse cuatro orientaciones políticas principales: Los defensores del "América primero", que propugnan que la alianza con los EE.UU debería constituir el centro de la geoestrategia del país, si bien desean un rol mayor dentro de ella y un papel internacional más importante (aun así defienden mejorar las relaciones con China antes que confrontarla, como pretende EE.UU).
Los mercantilistas globales, que ven al país como una potencia económica que, para continuar desarrollándose, necesita preservar la desmilitarización y la protección conferida por EE.UU.
Los realistas activos, formada por la nueva hornada de pensadores y políticos de la década de los 90 (muy preeminentes en la opinión pública nipona), que ven a Japón como una gran nación que debe adquirir un papel primordial en la arena internacional y en el mantenimiento de la paz mundial. Según ellos el país debe emanciparse poco a poco de América, si bien comparten como todos los demás la tendencia a aceptar el rol que juegan los EE.UU en su protección. Abogan, finalmente, por eliminar las limitaciones militares impuestas por la constitución (tal y como ha sucedido).
Por último el grupo menos influyente, el de los visionarios internacionales, como Akio Morika de Sony, que creen que Japón debe liderar el proceso de creación de "Un Nuevo Orden Global" e impulsar "el desarrollo y avance de una agenda verdaderamente humana para la comunidad mundial." (Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez).
Las cuatro corrientes tienen en común que pretenden aumentar la influencia de Japón y aprovecharse para ello del respaldo de los EE.UU, sin afectar a la protección que éste les confiere y evitando crear hostilidades entres sus vecinos. Todos parten de la visión de un sistema de cooperación Asia-Pacífico más multilateral que comprometa a China, permita manenter a EE.UU en la región (pero con una menor influencia) y mitigue el sentimiento antijaponés en la zona. Creen que es mejor cultivar una buena relación con China antes que cualquier coalición estratégica con Brunéi, Filipinas, Taiwán, Indonesia y Corea del Sur, liderada por América, para contener al gigante asiático; algo que requeriría aumentar la presencia militar estadounidense y que podría desencadenar un conflicto. Todos se oponen (excepto alguna pequeña minoría de extremistas), por el contrario, a acomodarse a China, pues ello supondría la retirada estadounidense, la subordinación inmediata de Corea y Taiwán a China y, finalmente, seguramente la suya.

"Dado que convertirse en un poder regional dominante no es una meta viable y dado que sin una base regional conseguir un poder global verdaderamente extenso es irrealista, de ello se sigue que Japón puede alcanzar mejor el estatus de líder global a través de una implicación activa en el mantenimiento de la paz mundial y el desarrollo económico. Tomando ventaja de la alianza americano-japonesa para asegurar la estabilidad en extremo Oriente -pero sin permitir que se convierta en una coalición anti-china- Japón puede construirse con seguridad una misión global influyente y distintiva como la potencia que promueve el surgimiento de una cooperación institucionalizada verdaderamente internacional y más efectiva. Japón podría así convertirse en un equivalente de Canadá mucho más poderoso e influyente a nivel global." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez.

EE.UU tiene como objetivo primordial en la región hacer emerger un Japón internacional en el sentido anteriormente descrito (algo que podría verse facilitado por un tratado de libre comercio con dicha nación) y limitar a China al ámbito regional, estableciendo un equilibrio de poder triangular estable entre las tres potencias (poder global-EE.UU, poder regional-China, líder internacional-Japón). La meta a largo plazo es crear un estructura basada en intereses mutuos, el equivalente de Europa en Extremo Oriente (punto de partida, junto a la expansión de la OTAN, para el Sistema de Seguridad Trans-Euroasiático).

"Para concluir: para América, Japón debería ser el socio principal y vital en la construcción de un sistema de cooperación global crecientemente cooperativo y penetrante, pero no su aliado militar principal en ningún arreglo regional diseñado para evitar la preeminencia de China en la región. En efecto, Japón debería ser el socio global de América en la gestión de la nueva agenda de los asuntos mundiales. Una China preeminente a nivel regional debería convertirse en el ancla de los EE.UU en extremo Oriente en el dominio más tradicional de la política de poder, ayudando así a establecer un equilibrio de poder euroasiático, con la Gran China en el este de Eurasia desempeñando, a ese respecto, el papel equivalente a una Europa en expansión en el oeste de Eurasia." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez.

La creciente paranoia entorno a los pronósticos de una China emergente y hostil como poder global, antagonista a América, está conduciendo a EE.UU hacia una política de contención que no es recomendable, pues por un lado hace que la élite de China se sienta importante y por el otro podría ocurrir que fuera ésta misma política la responsable de que las previsiones se cumplan. Empujaría además a Japón hacia una mayor militarización e independencia de los EE.UU que América debe evitar si quiere cumplir con sus objetivos. Un paso importante sería, por ejemplo, invitar a China a la cumbre del G-7 (igual que se hizo con Rusia) y dirigirla hacia una cooperación internacional más extendida. Muchos de sus intereses son comunes a los chinos; la independencia de los estados centroasiáticos, su apoyo a Pakistán para contrarrestar una asociación Indio-rusa, su implicación junto a Japón en el desarrollo de Siberia Oriental...
Sin un ancla en el Extremo Oriente América carecería de una geoestrategia para Asia continental, y por consiguiente, para Eurasia. Es vital, por lo tanto, una China como potencia regional en el marco de un sistema de cooperación internacional más extenso. Mientras tanto, Japón no debería ser impulsado como potencia regional y base militar primordial de los EE.UU en Asia Oriental, sino como líder internacional; el primer modo de actuar podría perjudicar a la acomodación deseada con China, poner fin a la presencia estadoundiense en el continente y al consecuente pluralismo geopolítico estable de Eurasia.

Corea del Sur requiere de la protección de los EE.UU y su enemistad con Japón no ayuda en el tema. Sus relaciones con China contribuyen a disminuir el rol que juega Japón en la región. Al mismo tiempo, China auspicia una reunificación pacífica con Corea del Norte que no implique la presencia militar estadounidense (es decir, que no signifique una extensión del poderío americano), ya que así podría incorporar a ambas en su esfera de influencia. Ello supondría un deterioro en las relaciones americano-japonesas y una posible retirada estadounidense (junto a una militarización de Japón), que haría a la región mucho más inestable; significaría el fin del sistema de equilibrio triangular y del sistema de cooperación multilateral americano para Eurasia. Por el contrario, si el proceso se llevara a cabo con permanencia de las fuerzas de los EE.UU en la península, sería visto por China como una amenaza directa; si fuera por etapas China apoyaría a los sectores opuestos a la reunificación, en un proceso bélico podría incluso intervenir militarmente. Para evitar esta guerra, mientras no haya una reunificación, y para continuar presente en Japón, el ejército americano deberá permanecer en Corea del Sur. Una reunificación al estilo americano sería mucho más fácil si se produjera una reconciliación entre Corea y Japón (aunque improbable), que en todo caso le permitiría a EE.UU convertir a Corea del Sur en una nueva Polonia (haciendo una analogía entre Japón y Alemania). Un proceso así podría realizarse a partir de la experiencia adquirida en el período de reconciliación franco-alemán o germano-polaco.

India es un rival mayor de China en la región. La cooperación del Reino Medio con Pakistán y su presencia militar en Birmana así lo evidencian. India podría asociarse con Rusia entorno a la cuestión de Pakistán y de los estados centroasiáticos para contrarrestar a una China como potencia global. Su rivalidad con China podría acercarla más hacia los EE.UU, a pesar de su retórica antihegemónica, por lo que uno de los objetivos de la República Popular entorno a la India es apaciguar las tensas relaciones entre ambos (lo mismo que respecto a Malasia y Singapur). El país podría servir como enclave, junto a Japón, para propagar la democracia occidental en Asia.

El papel de Rusia en la región ha disminuido notablemente, en tanto que Asia Central ahora es víctima de rivalidades internacionales. A medida que China crece va perdiendo influencia y empieza a ser cada vez más dependiente de Manchuria a nivel económico. Ve con preocupación los esfuerzos de China por impulsar la independencia de las repúblicas ex-soviéticas, ya sean las de Asia Central o Mongolia. Uzbekistán, Turkmenistán y Kazajistán podrían asociarse con China para obstaculizar los intereses rusos. Aún así, aunque improbable debido a las significativas consecuencias para China (la aislaría del mundo, limitaría su crecimiento, reforzaría la alianza entre EE.UU y Japón...), Rusia podría servir en última instancia como punto de apoyo para la formación de una coalición antihegemónica contra los EE.UU.
 
"Una coalición antihegemónica podría constituir el último recurso si China empezara a sentir que sus aspiraciones nacionales o regionales están siendo bloquedas por EE.UU (con el apoyo de Japón). Pero sería una coalición de los pobres, los cuales probablemente tendrían que permanecer  colectivamente pobres por algún tiempo más." - Capítulo 6, El Gran Tablero de Ajedrez.

Indonesia, Australia y en cierto grado Singapur se han embarcado en una colaboración mutua para protegerse y contrarrestar la expansión de China. Si ésta consiguiera dominar el estrecho de Malaca (facilitado por su cooperación militar con Birmania) tendría el control sobre el acceso de Japón al petróleo de Oriente Medio y a los mercados europeos. Tras el control del estrecho, si llegara a convertirse en una potencia mundial, tanto Filipinas como Indonesia tendrían que rendirse ante el dominio militar de China, que sería entonces mucho más proclive a tomar Taiwán por la fuerza. Vietnam, junto a Indonesia, podría ofrecer la mayor resistencia a la expansión de China en el sur.

2014: Sistemas BMD de emplazamiento avanzado rodean Rusia y China, alterando fundamentalmente el equilibrio estratégico. Fuente: LarouchePAC.

Calbert

Vea también: "Nueva hoja de ruta: China 2017", "El cachondeo histórico", "Las Guerras no son reales, el Ordo ab Chao", "Surrounded: How the U.S is encircling China with military bases".
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