William Shakespeare, Retrato Chandos. |
El mercader de Venecia (1596-8), Macbeth (1606), El rey Lear (1605-6)... Todas ellas entre las más grandes obras de la literatura universal. Una originalidad, un dinamismo en las enrebesadas tramas, un nivel cultural y un vocabulario tan rico (casi 30.000 vocablos) y exquisito que no puede más que dejar perplejo a aquél quien las lee.
¿Pero es William Shakespeare su verdadero autor?¿Cómo pudo un hombre de familia pobre y analfabeta (sus hijas también fueron analfabetas), con unos resultados académicos pésimos en la escuela, que apenas aprendió "un poco de latín y menos griego", componer una obra de tal envergadura? ¿Cómo pudo emular el discurso propio de las cortes y la clase alta, de la aristocracia refinada y bien educada? ¿Qué hay de sus seis firmas, escritas cada una con distinta ortografía y ninguna equivalente a su nombre actual? ¿Por qué jamás se dignó a publicar sus obras, las más valoradas de la historia? ¿Por qué ninguno de sus contemporáneos lo menciona jamás? ¿Por qué en su testamento no aparece un solo libro? Éstas son solo algunas de las muchas incongruencias que podemos encontrar al indagar en la vida de Shakespeare (¿Spear-shaker?) y analizar "sus" trabajos que nos inducen a pensar que no fue él su creador.
Diversas teorías han sido postuladas acerca de la verdadera autoría de las obras. Entre ellas, la más aceptada hasta ahora apunta a Francis Bacon (probablemente rosacruz) como el hombre detrás del telón. Pero lo cierto es que esta teoría no permite comprender la necesidad del autor (o autores) de utilizar un seudónimo ni explica la gran diferencia entre su forma de expresarse y ver el mundo respecto la de Bacon. Dicho lo dicho, la teoría más plausible, también en el terreno de las conjeturas, señala con el dedo a Christopher Marlowe, un espía de la reina Isabel I perseguido por la Iglesia Católica que pudo haber simulado su muerte en 1593 para evitar un trágico final.
¿Pero es William Shakespeare su verdadero autor?¿Cómo pudo un hombre de familia pobre y analfabeta (sus hijas también fueron analfabetas), con unos resultados académicos pésimos en la escuela, que apenas aprendió "un poco de latín y menos griego", componer una obra de tal envergadura? ¿Cómo pudo emular el discurso propio de las cortes y la clase alta, de la aristocracia refinada y bien educada? ¿Qué hay de sus seis firmas, escritas cada una con distinta ortografía y ninguna equivalente a su nombre actual? ¿Por qué jamás se dignó a publicar sus obras, las más valoradas de la historia? ¿Por qué ninguno de sus contemporáneos lo menciona jamás? ¿Por qué en su testamento no aparece un solo libro? Éstas son solo algunas de las muchas incongruencias que podemos encontrar al indagar en la vida de Shakespeare (¿Spear-shaker?) y analizar "sus" trabajos que nos inducen a pensar que no fue él su creador.
Diversas teorías han sido postuladas acerca de la verdadera autoría de las obras. Entre ellas, la más aceptada hasta ahora apunta a Francis Bacon (probablemente rosacruz) como el hombre detrás del telón. Pero lo cierto es que esta teoría no permite comprender la necesidad del autor (o autores) de utilizar un seudónimo ni explica la gran diferencia entre su forma de expresarse y ver el mundo respecto la de Bacon. Dicho lo dicho, la teoría más plausible, también en el terreno de las conjeturas, señala con el dedo a Christopher Marlowe, un espía de la reina Isabel I perseguido por la Iglesia Católica que pudo haber simulado su muerte en 1593 para evitar un trágico final.
Vea también: "La cara oculta de Shakespeare", "Declaración de Duda Razonable sobre William Shakespeare", "The Marlowe Studies", "Teoría Marlowe", "La historia de Inglaterra", "El enigma del escritor Christopher Marlowe", "Shakespeare: ¿fue o no fue?", "La verdadera identidad de Shakespeare, una polémica que resurge".