Historia y ciencia tienen muchas cosas en común; ambas parten de las observaciones y preguntas que nos hacemos; ambas requieren del mismo tipo de pensamiento crítico y metódico para poder avanzar y llegar a alguna parte; ambas buscan hallar la verdad y comprender el mundo en el que vivimos; ambas permiten que aprendamos de los errores del pasado para intentar no volver a cometerlos; ambas tienen una función social determinante. En la historia, como en la ciencia, uno no puede afirmar algo si no hay datos verídicos que lo soporten. Piezas de información deben encajar unas con otras como un puzzle inmenso. De esta manera surgen modelos con los que podemos explicar los acontecimientos e incluso predecirlos. Como más acontecimientos pueda explicar un modelo coherente y basado en la evidencia, más cerca de representar la realidad se encuentra. La teoría de la evolución es un buen ejemplo de ésto. De igual manera, en Ciberpensadores se ha ido construyendo un modelo de visión del mundo que ha emergido como resultado de la unión de múltiples fragmentos de información que han ido solapándose unos con otros. Éstas informaciones ya estaban ahí, eran investigaciones, documentos y datos que personas de todo el mundo han decidido compartir en Internet. Sólo hacía falta irlos recogiendo, comprobarlos y analizarlos adecuadamente: el modelo saldría solo. Y como en la teoría de la evolución, no se trata de una cuestión de opiniones; si bien el modelo siempre puede tener pequeños fallos, uno no puede negar los hechos y las pruebas. La investigación de Daniel Harrit sobre los restos de nanotermita en los escombros de las torres gemelas no deja margen a la discusión de si el atentado fue llevado a cabo por Osama Bin Laden o no. Que un hombre describiera con exactitud el hundimiento del Titanic catorce años antes de que ocurriera, a cualquier persona objetiva no le cabe la menor duda de que no se pudo tratar de un accidente; sobretodo cuando conoce los misterios que le rodean y las personas relacionadas. Pruebas documentales como éstas, todas reunidas, conducen a una única conclusión, que aunque puede presentar diversas variantes, no cambiará en su esencia.
La historia no es algo que verdaderamente se pueda enseñar. Cualquier persona que decida aprender historia debe entender que este método, el método científico, es la única vía para comprender los acontecimientos y poder explicarlos de forma clara y precisa. No es correcto coger un libro, memorizarlo, y luego ir repitiéndolo por ahí como si se tratara de la verdad absoluta. El verdadero historiador debe iniciar su propia investigación, partir de que no sabe nada, cuestionarlo todo y formarse para ser capaz de averiguar si lo que está percibiendo es cierto o no, en cualquier ámbito del conocimiento humano. Hacerlo ya es algo que sale del interior de cada uno.
Calbert
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