Los propagandistas siempre deben adaptarse a las nuevas circunstancias y estar atentos con tal de sacar provecho de cualquier oportunidad que se les presente o, en cualquier caso, reenfocar cualquier situación neutral o perjudicial para que resulte beneficiosa. Una de estas oportunidades que ayudan en gran manera a los Agentes de Mara es el avance de la tecnología; en este período en concreto, Internet. Internet, en primera instancia, comenzó siendo nada más que una extensión de los medios de masas. Poco a poco, a medida que se desarrollaba y la población empezaba a tener ordenadores más potentes en casa y conexiones más veloces, fue evolucionando hasta dar paso a la propaganda 2.0, es decir, propaganda que permite interactuar con el sujeto y ofrecerle la oportunidad de comentar y expresar sus opiniones. Hasta aquí, el único cambio significativo respecto a la televisión era la mayor penetrancia hacia el sujeto y la gran variedad de publicaciones y puntos de vista que ofrece; que resulta más bien contraproducente, ya que existe la posibilidad de que el individuo a manipular se descondicione y sea puesto en cautiverio por un encantador de serpientes que responda a intereses distintos; ello implica la necesidad de elevar el pagerank de los sitios web adecuados, de emplear tácticas de SEO, de usar cuentas falsas y agentes que dirijan las conversaciones en foros y noticiarios... Finalmente, la aparición de plataformas como Blogger y Youtube ha abierto una nueva ventana de posibilidades a los genios de la manipulación, que han conseguido llevar la propaganda a un nuevo nivel. Ha nacido la propaganda de última generación, la Propaganda 3.0; un tipo de propaganda que ya no está hecha por el ilusionista sino por los propios individuos que éste ha manipulado previamente. Dicho de otra forma, ahora son los propios esclavos los que se encargan de guiar al resto del ganado. Gracias a los servicios de Google los titiriteros ahora solo tienen que seleccionar a aquellos sujetos que representen convenientemente los valores e ideas que pretenden expandir. Luego, basta con hacer subir al blogger o al youtuber escogido de modo tal que éste no lo sepa jamás y crea con convencimiento que su éxito es fruto de la suerte, de su propio esfuerzo y/o personalidad. Exactamente lo mismo puede hacerse con cualquier vídeo en particular que sea de interés. Las herramientas a emplear para el maestro de la sombras: poner al hechizado o al vídeo en concreto en portada de Youtube, algoritmos dedicados a crear una burbuja de filtros que impida al sujeto escapar de su propia esclavitud, millones de seguidores bot para dar a conocer a nuestro propagandista marioneta, poner a dedo un número de reproducciones bien abultado, posicionar el contenido en cuestión como es debido en los motores de búsqueda, promoción por las redes sociales y, de vez en cuando, dar un pequeño impulso a nuestro "candidato manchuriano" mediante una entrevista en el diario, un aparición esporádica por televisión o incluso en alguna película. Basta que las masas piensen que alguien es un ídolo de masas para verlo como tal. El resto, pues, se hará solo. La popularidad y el renombre se irán acrecentando como una bola de nieve. Ello significa que los hechizados han de ser cuidadosamente seleccionados, pues el poder que se ha puesto en sus manos es muy grande; no deben tener capacidad alguna para darle un uso inadecuado que no congenie con los objetivos de su amo fantasma. Los propagandistas zombies, además, una vez rebestidos con el manto de la fama, otorgan a las empresas y organizaciones varias la opción de darles cabida en sus campañas de relaciones públicas, ya sea participando en eventos o directamente publicitando productos.
¿Qué puede venderse mediante esta estratagema de una forma mucho más eficaz y cercana que cualquier otra que haya existido hasta ahora? Ideologías, guerras, videojuegos, liberalidad sexual, cultura del entretenimiento, cualquier producto de mercado y, lo más importante de todo: una forma de crecer y desarrollarse, de ser y de pensar, una forma de escribir y de hablar, de vestir y de comportarse, de interactuar con los demás y de ver el mundo.
¿Quién podría sospechar que el amigable sujeto que nos alegra la noche después de una interminable jornada en el trabajo o en la escuela, nos engaña sin ser consciente de ello para que no encontremos El Camino?
Calbert
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