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jueves, 3 de mayo de 2012

La Trampa: Qué sucedió con nuestro sueño de libertad II

"El Robot Solitario" es la segunda parte de la imprescindible serie de Adam Curtis "La Trampa: Qué sucedió con nuestro sueño de libertad".
Este episodio nos cuenta la historia de como en los años 90 los políticos tanto de derecha como de izquierda trataron de extender un ideal de libertad basado en la libertad del mercado para todas las áreas de la sociedad. Esto era algo que ni siquiera el gran gurú del capitalismo, Adam Smith, lo pensó posible o apropiado. Pero ahora era visto como inevitable. En su base está un modelo científico de nosotros mismos: Robots simplificados. Seres racionales y calculadores cuyos comportamientos e incluso los sentimientos pueden ser analizados y manejados por números. Pero lo que resultó fue todo lo contrario de la libertad. Los números tomaron control por sí mismos y comenzaron por crear nuevas formas de control, mayores desigualdades y el retorno de una rígida estructura de clases basada en el poder y el dinero. 
Hemos vuelto por lo tanto a las ideas de finales del siglo XVIII cuando se creía que el capitalismo debía administrar la sociedad, pero con la diferencia que ahora no se hacen distinciones entre los intereses del mercado y otras áreas de la vida social y política que implican lo que Adam Smith denominó "sentimientos morales."
"Lo que iba a ocurrir a finales del siglo XX era algo que nunca había sido intentado antes. La idea de democaracia habia sido tomada por un modelo económico simplificado de los seres humanos. Y en el proceso la libertad fue redefinida para significar nada más que la capacidad de los individuos para lograr todo lo que quisieran."
A partir de la teoría de la elección pública de Buchanan (que derivaba de la Teoría de Juegos aplicada por los estrategas nucleares estadounidenses a principios de la guerra Fría) que destruía el "mito" del interés público y veía a los políticos como simples hombres de negocios, durante la década de los 90 tras el fin de la Guerra Fría se empezaron a establecer en Gran Bretaña sistemas en todos los ámbitos públicos que emulaban al sistema de mercado libre y que buscaban la individualización de los funcionarios para convertirlos en meros procesadores de información. 

Esta concepción tan simplificada del hombre como un ser puramente egoísta y racional había sido reforzada a través de distintas teorías científicas de gran relevancia:
En uno de los artículos más visitados de Ciberpensadores, "¿Somos una simple herramienta del ADN?" planteamos si los humanos estamos totalmente controlados por nuestros genes. Pues bien, esta questión tiene origen a inicos de los años 70 cuando comienza la revolución genética, que se encargó de extrapolar a la biología la Teoría de Juegos. Procede en concreto de la Teoría del Gen Egoísta desarrollada por el famoso biólogo Richard Dawkins, que presenta a los humanos como simples herramientas del ADN. Lo cierto es que este concepto tan determinista no es más que el resultado de una visión finalista que intenta darle una finalidad a todo y acaba conduciendo irremediablemente a la simplificación. Precisamente las últimas investigaciones científicas están demostrando que el determinismo genético es falso.
Pero esta teoría tuvo un gran éxito en su momento cuando se dio a conocer y de hecho ha tenido grandes implicaciones para nuestra sociedad, reforzando la idea del ser humano como una simple computadora guiada por números.
Esta teoría estaba apoyada por un experimento que se realizó con la comunidad indígena Yanomami del Amazonas, considerada como una de las sociedades más violentas de la tierra. Se hizo un estudio sociológico tomando todos los datos sobre cada uno de los individuos que la componían y sus comportamientos. Los datos fueron procesados por una computadora y se pudo observar un patrón muy interesante: Cuando los Yanomami se peleaban entre ellos, se podía ver como aquellos individuos con una base genética más parecida tendían a defenderse, mientras que pasaba lo contrario con aquellos con ADN más distintos (sabiendo que el parecido genético en su caso no estaba relacionado con el parentesco). Pero hay algo que el científico que había llevado a cabo el experimento, Napoleón Chagnon, no había tenido en cuenta: años más tarde un grupo de antropólogos advirtió que tales patrones de violencia solo se ponían de manifiesto cuando los indígenas entraban en contacto con los occidentales. Éstos les estaban ofreciendo distintos regalos como machetes mientras realizaban la investigación, de manera que en realidad lo que sucedía es que varias facciones luchaban entre ellas por la posesión de esos objetos.

Tenemos por lo tanto la intrusión en la sociedad de un nuevo modelo del ser humano que había quedado simplificado a todos los niveles: político, económico, biológico...
Partiendo de este modelo empezaron a surgir nuevas herramientas de control de la población encaminadas a regular los parámetros que determinan el comportamiento y los sentimientos de cada individuo-máquina. Y precisamente unos de "los técnicos de esta nueva idea serían los psiquiatras y las empresas farmacéuticas, que liberarían a las personas de las terribles ansiedades que había en su interior" bajo el poder objetivo de los números. Como ya vimos en el anterior artículo, según sus formularios y los modelos matemáticos obtenidos por computadora, ahora a inicios de los años 90, el 50% de la población norteamericana tenía algún tipo de desorden mental. Las farmacéuticas entonces crearon un fármaco para curar tales desórdenes, el SSRI, conocido mundialmente como Prozac tras enormes campañas publicitarias, que actuaba en los circuitos del cerebro reajustando los niveles de serotonina. Muchos profesionales empezaron a argumentar que en realidad se estaba creando un patrón de persona ideal a seguir mediante aquellos métodos de diagnóstico y que, las personas que no encajaban, eran medicadas. Además, como la misma gente se auto-diagnosticaba con los cuestionarios y no quería estar fuera del modelo ideal, se dirigía al médico corriendo a pedir que le recetara Prozac para sus problemas. Y fue entonces cuando algo sorprendente ocurrió: el mismo hombre que había diseñado el sistema de formularios para diagnosticar personas, Robert Spitzer, un prestigioso psiquiatra de Norteamérica, "admitió que podía estar llevando a millones de personas a creer que tenían desórdenes cuando no los tenían. Los sistemas solo contemplan los sistemas visibles que excluyen deliberadamante cualquier comprensión de la vida del paciente. A causa de eso, confunde verdaderos desórdenes psicológicos con sentimientos humanos normales como la tristeza y la ansiedad."
Robert Spitzer:"Lo que pasó fue que hicimos evaluaciones de desórdenes mentales totalmente descriptivas sin considerar que muchas de estas reacciones podían ser reacciones normales que en realidad no son desórdenes" 
"Lo que estaba sucediendo es que gran parte de las experiencias normales como la preocupación, la desilusión o la soledad habían sido clasificadas como desórdenes mentales. Y en el proceso un nuevo sistema de control estaba emergiendo. Las drogas quitaban esos sentimietnos complejos y difíciles e hicieron a los individuos más felices, pero también los hizo seres más simples, más fáciles de predecir y manejar y próximos a las criaturas mecánicas de los modelos económicos."
Posteriormente, la misma trampa a la que nos condujeron los modelos matemáticos en el campo de la psiquiatría aparecería en el ámbito político y social, donde también se habían aplicado modelos numéricos:
En un sistema de objetivos e incentivos establecido a nivel de servicios públicos donde los funcionarios podían ser sancionados y castigados si no alcanzaban las metas que se les imponían, la gente optó por utilizar ingeniosas maneras de hacer trampa para que las estadísticas mostraran los resultados esperados. El sistema sanitario británico, el educativo, la policía, etc. se convirtieron en servicios corruptos preocupados por ofrecer buenas estadísticas a pesar de los desastrosos métodos que utilizaban para obtenerlas. Las cifras de cara a la opinión pública era lo único que realmente importaba, aunque no mostraran la realidad. Para solucionar esto, el gobierno encima estableció modernos métodos de vigilancia y control de los trabajadores.
Al final, la supuesta libertad que nos debía traer el libre mercado ha derivado en todo lo contrario: una sociedad más estratificada, rígida y desigual que nunca desde hacía siglos, con una idea simplificada del hombre que proviene de la Teoría de Juegos y sobre la cual, su propio inventor John Nash, tras recuperarse de la esquizofrenia paranoide que sufría, ha reconocido que no tiene nada que ver con la complejidad de los verdaderos seres humanos. Según la Economía del Comportamiento "tan solo dos grupos en la sociedad se comportan realmente de forma racional y egoísta en todas las situaciones experimentales: uno son los propios economistas, el otro, los psicópatas."
Estos últimos años todos los fundamentos e ideas acerca de que el mercado libre puede crear una sociedad equilibrada, ordenada y estable se están derrumbando, y empieza a resurgir el concepto de un economía controlada donde los políticos vuelvan a cobrar la relevancia y el poder que poseían antes.



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