domingo, 27 de abril de 2014

No es real...

"Todo el pensamiento científico moderno, como ya hemos tenido ocasión de remarcar, es en definitiva un pensamiento-poder, es decir, el impulso humano fundamental al que apela es el amor al poder, o, para expresarlo con otras palabras, el deseo de ser causa de tantos y tan grandes efectos como sea posible." - Bertrand Russell en "La Perspectiva Científica".

El término "revolución de color" ampliamente difundido por Internet es propaganda (rusa), pues implica que existen revoluciones reales y revoluciones falsas. Así pues, según esta concepción ilusoria, las revoluciones orquestradas por el pseudoenemigo en contra de los intereses rusos como Euromaidán son falsas, pero no lo son por ejemplo la Revolución Francesa, la Revolución Americana o la Revolución de Octubre. En realidad todas las revoluciones son falsas: desde una manifestación mediática aparentemente insignificante como las organizadas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, pasando por una huelga general, hasta la Revolución Hispanoamericana. No son más que gente delirando conducida de un lado a otro -como animales- por propagandistas, agentes provocadores, movilizadores, líderes de grupo, mercenarios y grandes financieros. Los verdaderos intereses quedan enmascarados bajo el bullicio de eslóganes, bramidos, banderas, símbolos, pancartas y cantos populares.
Lo mismo ocurre con el "Capitalismo" o el "Comunismo". No existen. No existe ningún sistema monolítico organizado en bloque por los grandes propietarios cuyo fin sea el de ganar la máxima cantidad de dinero posible como medio de detentar el poder, así como no existe ningún "pueblo" formado por una masa uniforme de trabajadores humildes, honrados y valerosos cargados de razón y de derechos. Es pura fantasía y un sinsentido no ya para aquél que entienda mínimamente los mecanismos del poder sino para cualquiera con un poco de virtud y sentido común que observe al día a día a las masas: hablando de los demás, robando las toallas del hotel, haciendo trampas o riéndose por lo bajo del tipo de al lado. Por eso es imposible para cualquiera que viva sumergido en tan inmenso delirio entender el hecho de que la misma élite que controla los Estados Unidos (suponiendo que hablamos de una persona peculiar que supiera al menos que Estados Unidos está controlado por una élite) haya estado detrás del Tercer Reich o de la Unión Soviética. Puede resultarle incomprensible el hecho de que la élite "capitalista" luche contra los grandes propietarios y contra los políticos, o que los políticos corruptos estén luchando tanto por la paz mundial como lo hizo Gandhi, o que las grandes petroleras estén haciendo más por crear un mundo sostenible que los ecologistas de Green Peace.
Tampoco existen los países. Como el resto de parafernalia, solo existen en la mente de las personas. Fuera de ellas, no hay nada que se parezca en lo más mínimo al concepto de Estado-Nación.
Lo que sí existe en cambio son miles de millones de humanos interactuando constantemente unos con otros, una variedad enorme de combinaciones de ideas e intereses y múltiples estructuras de poder que intentan organizar todo este caos de relaciones como buenamente pueden. Dichas estructuras de poder permiten el establecimiento de la jerarquía que se mantiene inalterada a pesar del disfraz del nacionalsocialismo, del comunismo o del capitalismo. Estos sistemas son simple experimentación científica a nivel social. Constituyen modelos de organización y gestión distintos dentro de la búsqueda desenfrenada por un sistema estable y eficaz de administración global. Detrás de las caras de Lenin, de Hitler, de Gandhi, detrás de la hoz y el martillo, del símbolo de la paz, de la música que tú escuchas, de tu visión simplista del mundo, se halla la técnica científica, "la ciencia como poder manipulador", y los hombres capaces de ponerla en práctica.

 Calbert