martes, 24 de mayo de 2011

Breve historia de la propaganda

Como vimos en "La guerra que usted no ve",  la propaganda moderna nació en EE.UU con Edward Bernays, sobrino del famoso Sigmund Freud. Edward Bernays fue el inventor del término "Relaciones Públicas" y orquestró por aquel entonces la campaña anti-alemana que debía convencer al pueblo norteamericano de que aprobara la intervención de su país en la Primera Guerra Mundial.  Más tarde, al borde de la Segunda Guerra Mundial, otros países como la Alemania nazi aprendieron de estos nuevos conocimientos y los empezaron a aplicar en su beneficio de forma mucho más sofisticada. Joseph Goebbels fue nombrado responsable del Ministerio de Educación y Propaganda creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. Fue el creador de lo que hoy se denomina "marketing social". Poseía un control completo de todos los medios de comunicación: literatura, radio, cine, prensa... Él promovió el orgullo nazi, el odio hacia los extranjeros, el amor por la patria y todo lo que pueda identificar al régimen. Debéis entender que los ciudadanos alemanes eran personas idénticas a nosotros. Lo que Goebbels hizo es un lavado de cerebro masivo que también tendría efecto en nosotros ahora mismo. Para conseguir tal hazaña se basó en once principios básicos:


  1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
  2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
  3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».
  4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
  5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
  6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
  7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
  8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
  9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
  10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
  11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

Cómo habréis comprobado estos once principios encajan perfectamente con la realidad de hoy. Hemos heredado todos los métodos y herramientas que permitieron hacer de Alemania un imperio tan poderoso. La única diferencia es que ahora estos métodos son empleados por grandes corporaciones/gobierno y están mucho más perfeccionados, llevan mucho más tiempo trabajando y lo hacen a escala mundial.