Gracias a las ilusiones ópticas Beau Lotto y su equipo han podido estudiar cómo vemos las cosas. Nuestros ojos no ven, solo captan información y es el cerebro quién la interpreta. Y nuestro cerebro reconstruye la realidad de la forma más apta para la supervivencia, pero no vemos el mundo tal y como es. Nuestra forma de ver es el resultado de un largo proceso evolutivo y de nuestra experiencia en el pasado.